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Han sido días relativamente agitados. Se
me vienen varios textos a preparar. Pero uno de ellos me significará un reto
mayor, porque será la primera vez que escriba de Roa Bastos. Me pregunto por
qué nunca antes he escrito de este gran escritor. A lo mejor, el motivo
obedezca a la admiración temerosa que aún siento por su obra. Como si me
hubiese estado cuidando de no caer en el lugar común de la admiración. Hay que
ir con cuidado con Yo el supremo, esa
catedral de palabras, quizá una de las mayores cimas de la alquimia verbal en
castellano del siglo pasado.
Entonces voy a releer este novelón del
paraguayo.
Ya empecé con los apuntes de rigor y más
o menos proyecto cómo será el texto que voy a leer en julio.
Julio. Mes movido. Mi idea es participar
lo menos posible en las actividades que a granel se dan durante ese mes. Antes
solía participar mucho, le encontraba un gusto a la exhibición de conocimiento,
ya sea este poco o mucho. Pero llega un punto en que te cansas, cuando detectas
que escribes un texto que leerás bajo ciertas leyes, leyes que sin darte cuenta
terminan mecanizándote. Por esta razón, para no convertirme en una máquina del
figuretismo, he optado por lo más sano, o sea, solo participar en lo que me
gusta y motiva, decisión que vengo cumpliendo desde hace ya buen tiempo.
Mientras espero la llegada del agitado
mes de julio, me pongo al día con algunas publicaciones, como El lugar del cuerpo del boliviano
Rodrigo Hasbún y El hombre de Pompeya
de Carlos García Miranda, que me acompañan ahora que escribo el post. Por el
momento, sus primeras páginas me anuncian un derrotero prometedor. Ojalá, es mi
deseo, porque se tratan de publicaciones llamadas a ser reseñadas.
Por otra parte, me pongo a pensar en
Cortázar. Me pregunto por qué está pasando desapercibido en Lima, como si sus
100 años fueran insuficientes. Ni un homenaje. Ni una mesa redonda… Felizmente,
nunca faltan los atentos que ven el vacío, como este, imperdonable para
cualquiera que se precie de lector, que contra viento y marea arman un
Homenaje-Conversatorio que intente estar a la altura del gigante escritor
argentino. En este sentido, mis felicitaciones para la gente de la revista Lima
Gris. Bien ahí.
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