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A lo mejor uno de los libros que suscito
la atención del lector recurrente, en los días de la FIL, fue la reedición de
la antología Vox Horrísona de Luis
Hernández.
Con esta reedición, PetroPerú inaugura
la línea de poesía de su serie “Libros Peruanos”, serie que espero se convierta
en un archivo de referencia obligada.
Pues bien, he leído la presente
reedición de la antología y, aparte de recomendarla, he sentido que nos
enfrentamos al mejor Hernández, ese Hernández que nos hace pensar más en su
poesía, dejando de lado la leyenda que bien le ha generado muchísimos seguidores.
En lo personal, nunca he podido entender
por qué el poeta tiene tantos seguidores si su obra es no menos que irregular.
Para ningún lector competente de poesía peruana, es evidente que Hernández es
un poeta menor. Entonces, ¿en qué radica ese encanto por la figura de
Hernández, encanto que no hace sino generar que muchos se lancen a la búsqueda
de su obra, búsqueda que los lleva a explorar los rincones más ocultos y
peligrosos de la ciudad, búsqueda que los lleva a querer saber todo lo posible
de él?
No voy a negarlo, durante un tiempo me
interesó en demasía la vida de Hernández, como también el misterio sobre su
trágica muerte. Hablábamos de Hernández sin haberlo leído en integridad. Pero
el tiempo no pasa en vano, uno va madurando como lector y cuando somete se
somete su poesía a la prueba, no tardamos en llegar a la conclusión, rápida por
cierto, de que se trata de una poesía que languidece. Lo mismo podríamos decir
del poeta Javier Heraud. Debido a esta irregularidad, ni Heraud ni Hernández
tienen grandes puertas de acceso como sí tienen los poetas referenciales y
canónicos.
Con los importantes poetas menores
necesitamos antologías.
Hernández murió joven, no tuvo tiempo de
afianzar su poética, pero ello no fue obstáculo para que escribiera poemas de
gran alcance, poemas perdurables que nos llevan a sentir la poesía en la
médula. En este sentido, el trabajo de Mirko Lauer resulta clave, se adentra en
la hojarasca de la irregularidad y nos rescata lo destacable del poeta, los
poemas que van a quedar, los poemas que son su verdadero legado, los poemas que
lo posicionan como una de las voces más epifánicas de la poesía peruana de la
segunda mitad del siglo pasado.
Homenajes, una película, una biografía,
hasta polos y llaveros. De todo ha inspirado el recorrido Luis Hernández y ya
es tiempo que nos inspire su poesía.
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