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Habría que ser una bestia, un subnormal,
para no apoyar la Reforma del Transporte.
Ahora, si la Reforma es buena o mala, no
es el punto.
El meollo del asunto es su pésima
ejecución.
A este blogger nadie le va a venir con
cuentos y doy gracias porque me gusta caminar, porque si dependiera de esos
buses azules que recorren tres de las principales avenidas de la capital, sin
duda ya me habría enfermado, enfermado del alma. Porque eso es lo que genera
esta "reforma", enfermar a la gente, sumarle un problema más a sus problemas
diarios. Si el problema era trabajar para el día, ahora tendrán que sumar un
problema más, que se vuelve prioritario, porque de nada les sirve trabajar para
el día si es que no llegas a tiempo a tu centro de labores. Puedes llegar tarde
una vez, pero a la tercera ya empiezan a mirarte feo, a sugerirte que busques
otra alternativa más cerca de tu domicilio.
Hace más de una semana dije que la gente
detrás de la hechura de esta "reforma" no se preocupó en el costo social que esta
traía. Se suponía que los impulsores de la reforma eran personas con un abierto
compromiso social, pero ya vemos en qué yace ese compromiso, prácticamente le
meten el dedo a los que menos tienen. Por eso digo lo que digo de esta gerencia
zurda, que aparte de ineficaz, es tan mentirosa y racista como su mandamás
Susana Villarán.
La consigna fue llevar a cabo la "reforma"
a lo bestia, hacer el cambio de una buena vez cueste lo que cueste, y siempre
le cuesta a los que menos tienen. Por eso me río, porque solo queda reírse, de
algunas preclaras voces del pensamiento virtual, que destacan esta "reforma",
cuando lo cierto es que el mundo se les acaba en la intersección de la Arequipa
con Javier Prado.
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