martes, noviembre 11, 2014

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Salgo a correr muy temprano, minutos después de las cinco de la madrugada. No es que tenga la costumbre de salir tan temprano, pero aprovecho que me desperté descansado, despejado, puesto que anoche me acosté a buena hora, quizá débil ante el inevitable despliegue físico que me demandó el día. 
Mientras corro, porque lo que hago es correr, no trotar, me vienen a la mente algunas ideas que no tenía del todo desarrolladas, pero que adquieren forma y cierto sentido en el acelerado ritmo de mis piernas, como si mis piernas tuvieran un poder para ubicar en su lugar aquello que parece una cuestión gaseosa. 
Ayer en la tarde, mientras seleccionaba los libros que Selecta llevará a la Feria del Libro Ricardo Palma, vino un pata que trabaja en una editorial del medio, quien me preguntó si pensaba escribir y publicar el artículo sobre Hora Zero y Kloaka. Hace buen tiempo le dije que pensaba escribir un artículo sobre el movimiento setentero y el grupo ochentero, a razón de la lectura de las relecturas que hice de Tromba de agosto y Ave Soul de Pimentel. Este nuevo acercamiento fue más que suficiente, tendría la puerta de entrada para preguntarme y responderme, o al menos hacer el intento, de aquello que también otros se preguntan, pero que a diferencia de mí, no tienen una respuesta clara a una realidad que se les pinta como una ciencia oculta. 
Las gotas de sudor se deslizan por mi cara, algunas quedan atrapadas en mi barba, barba que debo disminuir en volumen antes que la flojera me gane y así evitarme las puteadas que le daré a la vida cuando haga calor. Acelero más el ritmo, sintiendo el dolor en cada articulación inferior. 
El pata que trabaja en una editorial del medio tiene razón. Seguramente esperaba la publicación del texto sobre los poetas setenteros y ochenteros días después de decirle que pensaba escribirlo. A veces, puedes hacer planes, pero estos se postergan debido a otras urgencias, en este caso temáticas. Sin embargo, ahora sé cómo abordar ese artículo y no me importa nada si le dolerá o no a los otros, en especial a los forjadores de falsos discursos críticos sobre la poesía peruana contemporánea. 
Un triángulo de sudor se plasma en mi polo. Pese a estar agitado, el cuerpo me pide fumar, pero antes debo tomar agua y la botella de agua es lo que me olvidé en casa, pero no me hago problemas. La puerta trasera de mi casa está a menos de treinta metros y camino hacia ella, ahora bajo la claridad celeste mar de la mañana, en la que el silencio impera, silencio propicio para que cualquier tipo de sonido le confiera un sentido a la inmediatez de la vida. 
Antes de entrar, miro el parque y observo las plantas y los arbustos, esperando la aparición de mis gatos, que se me acercarán magullados, pero sin duda felices.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Buena la chapa, Gabriel: "El pata que trabaja en una editorial del medio". No te olvides que todo lo hablado vino también a propósito de la reciente novelita de Maynor Freyre. Ahí te dejo una breve reseña sobre este libro, y a ver si pronto te animas con tu lectura particular. Abrazos. http://elbuenlibrero.com/el-poeta-que-tocaba-tambor-maynor-freyre/

El pata que trabaja en una editorial del medio

10:13 a.m.  

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