"un golpe de dados"
No tenemos muchos poetas, de los buenos
y referentes, que demuestren consistencia y alcance cada vez que hacen su
ingreso en los terrenos de la narrativa. En lo personal, estas incursiones
siempre llamarán mi atención. Si algo distinto, original, espero de la
narrativa, en especial de la narrativa peruana, lo espero de sus poetas, pero
de sus verdaderos poetas, que me brindan la seguridad, esa garantía, de que algo
se hará con el lenguaje, que no solo será coraza, disfraz para los que no
tienen nada que decir.
Ahora, subrayemos un detalle: el
discurso narrativo es un imán. Basta leer los poemarios, no solo de los nuevos
poetas peruanos, sino también de los más trajinados, para darnos cuenta de que es
una presencia que tienta y seduce a más de uno. Al respecto, cada poeta tiene
el derecho de escribir en el registro que bien le venga en gana, no importa si
esa tentación obedezca a una apuesta artística, genuina, o al facilismo más
ramplón. Si vemos con objetividad esos poemarios invadidos por un subterráneo registro
narrativo, entenderemos, en algo, el por qué estamos como estamos.
En los últimos años hemos tenido poetas
que se han desempeñado por igual tanto en poesía y narrativa. Sin embargo, los
resultados no siempre han sido de los más auspiciosos e imagino que ello se
debe a una alarmante carencia de lecturas previas, a un desconocimiento de los registros
poéticos y narrativos, que les impide cuajar una propuesta, apelando a
justificaciones jaladas de los cabellos, vendiendo el producto como
“Artefacto”, “Escritura de vanguardia”, “Narrativa Siglo XXI”, o lo que es
inadmisible: como algo novedoso, cuando lo cierto es que no hay nada novedoso
al respecto. Hacemos mal, muy mal, cuando hablamos de “Novela de poeta”,
“Novela de lenguaje”, definiciones poseras que nos distraen de la verdadera
discusión, del punto que no deberíamos desaprovechar: de las grandes ventajas
para fundir registros que nos ofrece la novela como género.
A la fecha, bien podemos asegurar que
Victoria Guerrero es una de las voces poéticas más sólidas del actual panorama
literario peruano. Hablamos de una poeta dueña de una propuesta literaria
coherente, que ahora nos entrega su primera incursión en las parcelas
narrativas: la novelita Un golpe de dados
(Kodama Cartonera, 2014).
Seguramente, más de un purista de las
buenas costumbres literarias se escandalice por el descuido estructural que
vemos en estas páginas, y, sin duda, harán más de un mohín al percatarse de la
presencia de varios personajes que prometen un mayor desarrollo pero que no
pasan del enunciado. Lo que parece un defecto, yo lo veo como una alternativa,
un camino hecho adrede que privilegia el fuego que hay en estas páginas, esa
luz que acompaña a la narradora protagonista Nadja. O sea, se sacrifica la
estructura y se privilegia la voz del personaje, a lo mejor uno de los más
desgarradores que haya podido leer en la narrativa peruana en los últimos
veinte años. Nadja puede ser tierna y salvaje, amar y odiar, como también
indignarse. Hablamos de un personaje que no encuentra su lugar en el mundo y
para superar/reprimir ese no-encuentro hace uso de sus recuerdos y de sus
sensaciones inmediatas de contexto para poder explicarse y justificarse ante la
vida. Este recorrido nos permite acceder a dos tipos de dolores en Nadja: el
individual y el colectivo. Pues bien, ese estado de ánimo se corresponde con el
estilo que emplea la autora, un estilo seco y que corta a manera de estilete,
incomodando, tal y como lo hemos visto en sus poemarios El mar, ese oscuro porvenir y Berlín.
No me hago problemas: prefiero una
novela imperfecta en lo estructural, pero redonda en cuanto a nervio narrativo
que transmita. Lo diré una y otra vez, así se moleste más de un fan del
extrañamiento y seguidor de las acrobacias formales: la literatura tiene que
transmitir. Guerrero ha sabido configurar un personaje real, un personaje que
deja la piel en lo que nos cuenta.
…
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