271
No hay mucho que pensar. Me quedaré el
domingo en casa. Debo presentar para mañana lunes diez páginas sobre la
influencia del surrealismo en la poesía latinoamericana. Confieso que no me
gusta mucho el asunto, pero lo manejo, además, hay que abrigar todas las vías
necesarias, las labores alimenticias se vuelven impostergables, así tengas que
sacrificar el descanso y el hueveo al que me dedico todos los domingos.
He mandado a resetear mi laptop y me
cuesta no tener la música que escuchaba vía Spotify o en Accuradio. Desde hace
tiempo no escucho música por Youtube, solo me limito a ver los goles de la
jornada, recorrer todos los diarios deportivos y buscar páginas de crítica de
cine. Claro, podría solucionar el asunto de la música descargando los
programas, pero la flojera, la flojera por hacer las pequeñas cosas se imponen.
La laptop se ha vuelto un aparato
virgen. Me siento una especie de desvirgador virtual de una máquina de la que
sabía cada uno de sus secretos, a la que leía de antemano, porque sabía a lo
que iba antes de preguntarme por qué parpadeaba, por qué aparecía la señal de
alerta del antivirus. He llegado a ser uno con esta máquina. Pero ahora no la
reconozco y en ese proceso, como volver a pensar, o recordar y descubrir sus
nuevos secretos, porque los de antes, los que conocía y eran míos, han
desaparecido.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal