una antología y un negocio
No lo voy a negar. La aparición de las
antologías Selección peruana 2000 – 2015
(Estruendomudo) de Ricardo Sumalavia y El
fin de algo (Santuario Editorial) de Víctor Ruiz, me hacen pensar en la
sombra de Disidentes sobre ellas.
Al menos, tengo esta impresión ni bien
veo las listas de autores que las conforman. En este sentido, tenemos algunas
certezas y más de una expectativa. Me doy cuenta de las voces que se han
consolidado, de las que luchan por consolidarse, como también de las que sin
esperar mucho comienzan a tener una mayor presencia apelando a la tranquilidad
del perfil bajo.
Lo que acabo de decir no gustará ni a
Sumalavia ni a Ruiz, pero poco o nada me importa si les guste o no, no me quita
el sueño si están de acuerdo o no sobre si Disidentes
es la sombra de sus antologías. Por ejemplo, en lo personal no tengo reparo
alguno en aceptar que la gran sombra de Disidentes
es la antología En el camino de
Guillermo Niño de Guzmán.
*
Ambas antologías vienen marcadas por la
ambición. Abordar los últimos quince años de la producción de la narrativa
peruana, en cuanto a las voces que aparecieron en ese marco temporal, es, por
lo menos, un asunto serio, digamos titánico. La situación es bestial para cualquier
encargado de llevarla a cabo, puesto que se tiene que exhibir un afán de
trascendencia y dejar de lado la trascendencia del presente. Uno tiene que
rehuir de los amiguismos y de los intereses económicos, además, siempre he
pensado que la elaboración de cualquier antología es una prueba de fuego para el
antólogo en su condición de lector. En otras palabras: el antólogo tiene que
dejarse de cojudeces.
*
Al mirar las listas de estas dos
antologías, percibo un resentimiento. Si vas a dar cuenta de lo más pintadito
en narrativa peruana última, tienes que respetar una base de autores, tienes
que contar en principio con Carlos Yushimito, Alexis Iparraguirre, Jeremías
Gamboa, Marco García Falcón, Daniel Alarcón y Luis Hernán Castañeda. Es cierto
que un par se encuentra en una inevitable caída libre, pero no hay que darle la
espalda a la historia, debemos respetar la trayectoria. A este grupo podríamos
añadir a Jennifer Thorndike, Martín Roldán, Julie de Trazegnies, Francisco
Ángeles y Juan Manuel Robles. En este sentido, la ausencia de Robles en ambas
antologías es peor que lo de Jara a Cavani y no lo digo por el éxito de Nuevos juguetes de la Guerra Fría,
porque desde mucho antes ya había dado muestras de su talento y oficio con Lima Freak y algunos relatos premiados. No
es una base gratuita, para llegar a ella hay que estudiar bien el periodo
impuesto, no limitarnos a los peligros de la memoria inmediata.
Así de jodido es el asunto: si voy a
hacer una antología de narrativa peruana última, la escrita en un periodo de
quince años, y no cuento con Yushimito, Iparraguirre, Gamboa, Alarcón, Castañeda,
De Trazegnies, Thorndike, Ángeles, García Falcón Roldán y Robles, simplemente
no hago nada.
*
Pues bien, este tipo de antologías
exigen de uno un arduo trabajo de arqueología y todo indica que los antólogos
no han querido ensuciarse ni las uñas. Me queda claro que no han leído todo lo
que han tenido que leer y que se han dejado llevar por un impresionismo bruto
que les ha causado una amnesia imperdonable. Barajo la posibilidad de que solo
se han dedicado a Googlear y hacer consultas por el chat de Face. O sea,
pregunto: ¿no se han dado cuenta de que uno de los cuentarios más importantes
de la década pasada es París personal
de García Falcón? ¿Les suenan los nombres de Sandro Bossio, Thorndike, Miguel
Ruiz Effio, Juan Carlos Bondy y Roldán?
Obvio, dirán que no hay antología
perfecta, que los gustos de los antólogos no tienen que ser iguales e idioteces
parecidas. Con el material humano que tenemos, bien se pudo hacer antologías
coherentes que dialoguen y discutan entre ellas. Este no es el caso.
Veamos pues los nombres que integran Selección peruana: se siguen los mismos
criterios de la primera Selección, la
del 2007, criterios amparados en la frivolidad y el capricho. Claro, a
diferencia de las anteriores Selecciones,
la de ahora no es cobarde porque hay alguien que la firma.
*
Contra lo que pudiera pensarse, no llama
la atención la ausencia de Santiago Roncagliolo. Recordemos que hasta hace algunos
años él figuraba en todas las antologías de narrativa peruana última y esa
presencia se debía en gran medida a su impacto mediático. Últimamente, lo veo
ausente en este tipo de publicaciones. Al respecto, días atrás, una lectora
enamorada del autor me preguntó con mucha pena por qué últimamente no lo
incluyen en las antologías peruanas. Tardé más de lo debido en brindarle una
respuesta, porque era cierto, al pata no lo vienen incluyendo, ya sea porque lo
literario no es su fuerte, ya que lo suyo es entretener, o porque se sentirá
como Cristiano Ronaldo al que le ruegan participar en un partidito de la Copa
Perú.
*
Yendo a lo serio.
No lo voy a negar: Víctor Ruiz no es un
santo de mi devoción. Y este no es el momento para exponer sus atrocidades y
pendejadas editoriales, que muchos conocen, por cierto. Sin embargo, no lo
descalifico como lector, aunque me gustaría que sea uno con más carácter, que
no se deje llevar por el amiguismo, que desarrolle más su olfato de lector en
vez de estar como loquito tras la foto histórica para el Face. A su edad, y con
todo su acervo de lecturas, Ruiz tiene que saber que si un libro no le gusta,
no quiere decir que el libro sea malo. A pesar de este reparo, reconozco que su
selección, en comparación a la de Sumalavia, es muchísimo más fuerte, coherente
y legítima en lo literario. Su selección nos permite acceder a un paneo muy general
de lo que ha sido la narrativa peruana en los últimos diez años, sí, pero que
ni empujándola llega a los quince. La ambición sobrepasó a Ruiz, se puso nervioso,
a lo mejor como “La chancha” Besada ante la marca de Cafú.
*
De Sumalavia esperaba más, en realidad,
muchísimo más.
Esperaba más por tratarse de un escritor
posicionado. Esperaba más por su formación. Esperaba más de su seriedad,
seriedad de la que no pocas personas me han hablado.
¿Qué nos presenta en Selección Peruana 2000 – 2015?
Respuesta: una mentira que el editor
Álvaro Lasso va a promocionar como lo “mejorcito” de la narrativa peruana
última, tanto en Perú como en el extranjero.
Me causa pena que Sumalavia sacrifique
su esforzado prestigio literario por un arroz con mango. Me sorprende que a su
edad caiga en inocentadas, o, en todo caso, que no haya sido del todo honesto
al aceptar este encargo de Lasso.
¿O bien no fue honesto porque no conocía
la narrativa peruana de los últimos quince años o bien se prestó a la jugada en
pared con Lasso? La única diferencia entre esta Selección y las anteriores, como ya señalé, es que hay alguien que
la firma. Sin embargo, el espíritu sigue siendo el mismo: privilegiar lo
comercial sobre lo literario, con su toque frívolo, condimentando con un
discurso futbolero muy idiota.
A diferencia de Ruiz, Sumalavia sabía
que tenía que ir a lo fijo. Tenía que elegir a once. No ha sido así, Sumalavia
se portó como un entrenador blandengue al que su empresario le manda una lista
de autores a convocar.
*
Conozco y respeto la obra de cada uno de
los autores convocados para Selección
peruana.
Lógico, de esta selección tengo a mis
autores, con los que también me hubiese gustado contar para una eventual
selección, como Gamboa, Alarcón, Yushimito, Ángeles, Ulloa y Llosa. Esto no
quiere decir que desdeñe las poéticas de los demás, ojo. Hablamos de
literatura, no de personas, recuerden.
*
Pues bien, es lamentable decirlo, aunque
no sorprenda, esta Selección tiene un
tufillo a negociado.
El negociado lo veo en la inclusión de
Jorge Vargas Prado.
No conozco a Vargas Prado, o sea, nunca
he hablado con él, pero en las pocas veces que nos hemos cruzado, he sentido en
nuestros fugaces saludos que estoy ante un caballero.
Vargas Prado es el tapadito de esta Selección.
Si Sumalavia lo escogió, pues sí pongo
en tela de juicio su calidad de lector y no dudaría en elevar su ociosidad por
no haberse dado el trabajo de buscar un tapadito, porque en Perú hay más de
cuarenta tapaditos, todos ellos mejores que Vargas Prado.
Una pregunta sana porque quiero curar mi
alma: ¿Sumalavia es torpe como lector, malo como antólogo, ingenuo como crítico,
un sabido literario, o es una mezcla explosiva de todas estas cosas?
Sin embargo, no me sorprendería que
Lasso haya puesto a Vargas Prado en esta antología. Es muy conocido que Lasso
se ha beneficiado con las concesiones regionales en las que ha actuado Vargas
Prado. Si Vargas Prado fuera un buen escritor, por lo menos, uno mejor que los
cuarenta tapaditos, no habría ningún problema, ningún cuestionamiento. Pero no,
Vargas Prado es un escritor mediocre, malo en todo sentido. Esperemos que este
billete que se le ha regalado a Lasso con la ayudita de Vargas Prado, le sirva
para pagar sus deudas o borrar sus cabeceos, conocidos por todos, entre los que
se cuenta el que le hizo a mi amigo Manuel Aguirre.
*
Y para colmo, Sumalavia ubica a Vargas
Prado de arquero. Estamos hasta las huevas.
…
Publicado en Lee por gusto.
1 Comentarios:
Felicito al autor de la nota por el coraje de decirlo.
Esas antologías son un negociado, están hechas
de argollitas y pequeñas mafias. En cada libro hay
3-4 autores que merecen estarlos, los demás son
"lustra botitas" del antólogo u en su defecto, amiguitos
Maurizio
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal