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Tuve problemas para dormir. Quizá sean
las obligaciones a cumplir en los próximos días, o el hecho de haber prendido
el celular después de varios días, detalle que hizo que recibiera cerca de
treinta mensajes de texto y más de cuarenta llamadas perdidas. Lo único que
estuve haciendo fue dormir y leer, y claro, viendo películas.
A eso de las tres de la madrugada,
necesitaba despejar mi mente y busqué una película que tuviera la cualidad de
contar una historia, algo para pasar el rato y quedarme dormido hasta tarde.
Me puse a buscar, bajo la curiosa
asesoría de mi gato y mi perro, que han empezado una amistad. En esa búsqueda
encontré Nighcrawler (2014) de Dan
Gilroy. Aunque su nombre comercial en salas latinoamericanas fue de Primicia mortal. En nuestras salas, para
variar, pasó desapercibida, según recuerdo.
En su sencillez, esta película puede
abrirse paso como un referente para próximos trabajos que aborden la alienación
del individuo entregado a un absorbente solipsismo, producto del desempleo y de
la carencia de oportunidades para desarrollarse. El rol protagónico recae en el
actorazo Jake Gyllenhaal, que nos ofrece un personaje digno de recordar, el
border Lou Bloom.
Bloom es un ladrón de poca monta, si
fuera un personaje peruano, este se dedicaría al robo de celulares, relojes y
carteras, o una bicicleta como máxima hazaña. Bloom, en una noche de correrías,
descubre el trabajo que hacen unos reporteros free lance, que filman accidentes
o atracos, los cuales venden a los noticieros. A nuestro protagonista se le
prende el foco y consigue una cámara filmadora más un scanner para detectar las
llamadas de la policía. De esta manera empieza su ascenso y en este trayecto
conoce a Rina, maravillosa René Russo. Rina es la productora de un noticiero
caracterizado por impactar antes que informar. Bloom le vende videos a Rina, aunque
otros productores podrían pagarle más, pero Bloom siente una necesidad de Rina,
ya sea por la atracción sexual como también amical. Rina es pues la maestra de
Bloom, que de no tener nada comienza a manejar sumas de dinero que le permiten
tener un ayudante en su búsqueda nocturna de noticias.
Gilroy no es nuevo en la dirección,
aunque en realidad lo es porque Nightcrawler
es su ópera prima. Sin embargo, su hoja de vida es no menos que rica, ha sido
durante casi treinta años guionista de oficio, es decir, tiene experiencia y
sabe lo que hay que hacer en los thrillers. Pero el oficio no sería nada sin
Gyllenhaal, que nos aporta un personaje con evidentes problemas neuronales,
pero que ha sabido hacer de sus carencias un punto de apoyo. Bloom no aspira a
más, solo a tener el dinero que le permita vivir tranquilo y a hacer patente en
su vida el poder, es decir, la excitación del mismo, que le permita
justificarse. Solo en la noticia efectista condimentada con violencia y harta
sangre, encuentra su lugar en el mundo. Esto lo vemos en la escena en la que
discute con su ayudante que se niega a cumplir una de sus órdenes: ubicarse en
un plano en diagonal en la calle, listo para grabar la detención de un par de
asesinos en un restaurante, que no saben que serán partícipes de un tiroteo con
la policía que los viene a arrestar. Gyllenhaal demuestra toda su versatilidad
en un personaje difícil, porque Lou Bloom es un personaje difícil, entre la
locura real y la impostura. Hay que ser grande para hacer de un perdedor como Bloom
uno para recordar.
Saqué el disco de la lectora a eso de
las cuatro y media. No sé a qué hora me despertaría después. Pero eso no
importaba, tenía la mente despejada e hice el gran esfuerzo de levantarme de la
cama para prender la Laptop y abrir el archivo en Word de siempre, quizá para
seguir el texto que no sé qué es pero que vengo escribiendo desde hace diez
años; ese archivo, lo escrito en él, se ha vuelto una suerte de droga, no puedo
empezar mi día sin escribir en él lo que me venga en gana y mientras seguía
llenándolo de palabras, mis dedos corrían al ritmo de algunas escenas de Nightcrawler. No sé a qué hora terminé
de escribir, pero cuando escuché los primeros sonidos inevitables del día, me
detuve. Me serví café. Vi lo escrito y me metí al sobre.
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