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Me levanto tarde, o bueno, relativamente
tarde.
Voy a la sala y le pregunto a mi madre
si ya sacó a pasear a nuestro nuevo integrante de la familia, Onur. Onur es un
travieso pequinés de tres meses, regalito de mi cuñada a mi madre. Mi madre,
fiel a la telenovela de Las mil y una
noches, decidió llamar Onur a este pequinés que ha activado las alertas de
mi gato Silvestre. O sea, tengo ahora dos mascotas en casa y lo más probable es
que se sume Lucas a esta fiesta. A Lucas lo veo todos los días que voy a la
casa de Yesenia. Lucas es un buen perro, aunque algo jodido. Pero como todos
trabajan en la casa de Yesenia, Lucas se queda solo. Lo más probable es que me
lo traiga a mi casa, porque sé lo que Lucas puede ofrecer, como también de los
peligros que podría generar, ya que le gusta buscar pelea a cuanto perro grande
vea por allí.
Pienso en lo que haré en los próximos
días. Por el momento, la idea es descansar, pero también ordenarse, armar la
nueva seguidilla de charlas que tendremos en “El Virrey de Lima”. Apunto
nombres y hago un visto en sus nombres dependiendo si he leído o no sus libros.
Hasta pienso en las posibles preguntas y opiniones que formularía.
Hago un alto a las actividades hueveras
de quien se ha impuesto vacaciones y me dirijo otra vez a la sala, tanto para
servirme café como para coger los periódicos del día. Encuentro una nota sobre
el balance de la FIL. También me pongo a navegar en la red para encontrar más
balances, que supongo serán positivos ya que después de mucho tiempo vi
demasiada gente que compraba en una feria del libro local.
Todo es maravilla.
Todo es muy bonito.
Pero nadie dice lo más importante: la
prolongación de la ley que exonera de impuestos al libro. Esto es parte del
balance de la FIL, por cierto.
Eso es más importante que hablar de
ventas y asistencias. Claro, dirán que es voluntad política, que no es asunto
de lectores ni libreros, no de escritores ni gestores culturales. ¿Cuántas
firmas se alcanzaron en apoyo a la prolongación a la ley, que estuvo
porifoneándose a razón de diez veces por día en la FIL?
A lo mejor no encontremos muchas firmas
en esos cuadernos destinados para la recolección de firmas, pero sí las firmas
de todos los escritores peruanos que tuvieron alguna participación en esta
última FIL. Así es, todos están preocupados por la prolongación de esa ley, una
ley que beneficia a los que estamos interesados en la difusión de la cultura y
él hábito de leer en el Perú. No voy a creer lo que algunos malhablados dicen:
que a los escritores peruanos solo les interesa vender y venderse, figurar a lo
bestia, que no leen nada, que tienen un nivel cultural de espanto.
No soy malpensando, no voy a creer eso
que algunos malhablados dicen de los escritores peruanos.
Para no contaminar mi alma con estos
pensamientos, atenderé a mis mascotas.
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