viernes, octubre 02, 2015

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Anoche llegué cansado a casa. Uno de los patitas que contratamos para la mudanza definitiva del almacén nos falló y junto al “Héroe de guerra” tuvimos que hacer la labor de levantar lo que nos faltaba. Felizmente, tuvimos la ayuda de cuatro puntas más cuando llegamos a nuestro destino. Muy al final de la noche recobré fuerzas y regresé a casa bastante despejado y con los músculos relajados. 
Durante la mudanza, encontré una película, entre las muchas cosas que había entre las cajas. Cigarette Burns de John Carpenter. O también conocida como El fin del mundo en 35 mm. Llevaba tiempo intentando dar con ella. Cuando no la encontraba en mi casa, me preguntaba a quién la pude haber prestado. Además, cada vez que iba a buscarla en Polvos terminaba comprando otras ante la variedad y la tentación casi infinita de ver una película que no conocía. 
Lo primero que hice fue poner el DVD en la lectora. Mi idea no era verla íntegramente, pero sí ubicar escenas que permanecía en mi memoria. La experiencia no fue menos que gratificante, dejaba fluir la película mientras respondía algunos mails e Inboxs. No es que me crea lo que no soy, pero la mayoría de estos mails me preguntaban por la entrevista que me hicieron un día antes, en Lima Gris. A diferencia de la otra ocasión en que me entrevistaron en la radio de la revista homónima, ahora siento que he sido mucho más duro y letal, en varios sentidos, principalmente porque fui a la entrevista con un ánimo despejado y en estado peligroso de levitación. Me preguntaban cuándo saldría la grabación de la entrevista y les decía la verdad, que no sabía y que no estaba al pendiente de su salida. 
Después me puse a releer al toque una cuentario inédito de un amigo, el cual publicará en un par de meses. Confío en lo que hará y sé que le irá bien, porque se trata de un cuentario que apuesta por nuestra tradición. Como bien me dijo hace un tiempo, no sé si en tono de reproche, Camila: “Tienes una fijación con la tradición”. No sé si efectivamente tenga una fijación con la tradición, lo que sí sé es que si un peruano pretende escribir, lo tiene que hacer partiendo del reconocimiento de su voz habitual, de ese verbo que escuchamos en la calle, el cual no necesariamente tiene que sintonizar con uno pero que está allí, en el inconsciente, que se disemina en nuestro imaginario hasta convertirlo en una marca de agua que luego se potencia con las influencias no necesariamente locales.

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Ya. O sea, tu idea de tradición es la misma vaina que decir "tener calle".

12:09 p.m.  
Blogger Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

bueno, al parecer tienes un serio problema de comprensión de lectura, lo cual, no es mi culpa
saludos

6:36 p.m.  

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