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Un domingo algo ajetreado y supongo que
mañana lunes será igual, o peor. Regreso a la librería luego de una semana en
los ambientes de la PUCP. Imagino que las cosas se pintarán algo complicadas y
mi paciencia se pondrá a prueba a causa de las constantes mezquindades que veo
en los compañeros de trabajo, en los otros dizques libreros que no luchan y que
se dejan vencer. Pero no me hago problemas, nunca le he dado importancia a los
cagones, menos lo haré ahora, aunque las ganas de responder siempre estén
intactas, pero paso de largo y solo me enfocaré en solucionar lo que debo
solucionar.
Por más que lo he intentado, he vuelto a
quebrar la dieta que me he impuesto. Cuanto más me propongo medirme en las
comidas, peor me va porque la tentación culinaria se me presenta en varias
formas y sabores, como el espectacular arroz con pato que almorcé hoy y horas
después una rica torta, tres leches de chocolate, algo que no es costumbre en
mí, puesto que no soy dulcero, mis preferencias van más por los platos salados,
de todo tipo, sean fríos o calientes.
Cerca de las seis de la tarde, salí a
arreglar el problema que tenía con el OLO, me dijeron, los de la compañía, que
los módulos estarían abiertos hasta las 9 y 30 de la noche y fui al que estaba
más cerca de mi casa. Esto me permitió conectarme una vez más con la algarabía dominguera,
con las miles de personas que salen, como parejas o en familia, o solas. Sé que
no debería sorprender lo que digo, pero en lo personal sí me sorprende porque
no soy nada asiduo a las salidas de los domingos, desde hace años que salir a
las calles los domingos se ha vuelto algo extraño y este domingo tuve que
hacerlo. Felizmente, estuve preparado, con unos audífonos en los que escuchaba
a alto volumen a Hank Levy. El vértigo del ritmo le daba una justificación a mi
incursión en la jungla, hasta llegué a encontrar más de un lazo en común entre
la música y el movimiento desenfrenado de las personas. Siempre, si es que uno
le da importancia a la paciencia y reprime la ansiedad, puedes encontrar el
toque de magia en situaciones inevitables que te esfuerzas por evitar.
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