"pequeña novela con cenizas"
Hasta hace no mucho, se venía diciendo
que la narrativa peruana atravesaba un gran momento. Esta consigna tenía más de
cántico de barra brava y poco, o nulo, asidero real. En esta consigna había
pues mucha demagogia, como también mentira y juegos de autopromoción, donde
veíamos a sus autores hablando de este supuesto gran momento, cosa que
aprovechaban en contrabandear en el discurso entusiasta su última entrega.
De a pocos la narrativa peruana comienza
a sacudirse del tópico de la violencia política, que marcó el devenir de la
novela peruana en las dos últimas décadas. A saber, si un escritor peruano,
fuera joven o trajinado, pretendía obtener alguna resonancia local, y en
especial internacional, debía escribir novelas y cuentos tiznados de este
tópico. Esta estrategia les resultó a los que escribían de la guerra interna
por convicción, como también a los que lo hacían llevados por la seducción de
un reconocimiento que resonara más allá del barrio. No hay que discutirlo:
ningún autor que escribió sobre la violencia política puede sentirse
insatisfecho. En menor o mayor medida, cada quien recibió su tajada. Eso que
solo hablo de la ficción, no abordo la poesía que motivó, mucho menos el gran
aparato discursivo que depende de él, que lo podemos percibir en becas,
congresos, cátedras, estudios, y últimamente en películas y obras de teatro.
Como era de suponer, este tópico, por
más rico que sea, comenzó a desgastarse para la ficción. Me parece bien que
haya comenzado a desgastarse. Cosa que de esta manera no pocos narradores le
den un tiempo prudencial al asunto, dejándolo que se macere solo, sin caer en
el apuro, en el acabado a lo bestia, que siempre motivan los suculentos premios
internacionales que juegan en pared con los mandatos de las poderosas casas
editoriales.
Aunque por estos lares se le viene
adjudicando una serie de rótulos a los nuevos discursos de ficción ajenos a la
violencia política, bien haríamos en señalar que estos discursos pueden tener
muchas características, pero de nuevos nada. En verdad, no creo estar hablando
solo de la narrativa peruana última, sino de la latinoamericana (o vamos más
allá, hasta de la mundial), no hay nada nuevo que no se haya escrito antes. Al
menos en la tradición peruana, tenemos referentes de la talla de Bryce y Ribeyro,
que ya impartieron clase maestra con aquello que llamamos narrativa del “yo”, y
Mario Vargas Llosa en El pez en el agua
ya hizo lo que tenía que hacer para hablarnos de la figura del padre como
figura desconcertante y hacedora de traumas.
Los buenos momentos se sustentan en
buenas obras, en lo que va del año hemos podido leer libros que sobrepasan una
media de calidad que recién, ahora sí, nos llevarían a hablar, sin demagogia ni
contrabandeo, de un posible buen momento en la narrativa peruana actual. Uno de
esos libros es Pequeña novela con cenizas
(Planeta, 2015) de José Carlos Yrigoyen.
No estamos ante una novela, sino ante un
libro de no ficción, ante un brutal ajuste de cuentas del escritor con su
pasado, en el que teje y relaciona satélites temáticos de su vida con la figura
del cineasta italiano Pier Paolo Pasolini. Yrigoyen testimonia la actitud
represora de su padre, es decir, nos lleva a un ejercicio de memoria, a la par
de este testimonio, nos presenta una pequeña semblanza del cineasta italiano,
por el que siente una oscura fascinación que descansa en provocación que
generaba su obra.
Tengamos en cuenta que Yrigoyen fue
también un destacado poeta y esa vena poética la podemos percibir en los
silencios de lo que nos relata. La prosa que emplea viene nutrida de una
epifanía que hiere, en los silencios es donde el autor le impone al lector la
experiencia literaria. Aunque hubiésemos deseado que esa epifanía sea más
duradera, que se eleve a la contundencia por medio de una detallada exposición
de miserias. Tengo esta impresión porque la lectura del libro genera algunas
sospechas razonables, como si hubiese sido mutilado de su versión original,
convirtiéndolo por momentos en un testimonio innecesariamente conservador.
De los buenos e interesantes libros que
vienen publicándose en los últimos meses en Perú, este está llamado a
sobrevivir. No hay que pensarlo mucho: solo los libros que generan opiniones
encontradas van a quedar y esto es algo que ya debería saber más de un narrador
que bordea los cuarenta años (no hay que ver las críticas negativas como
maldiciones). Pues bien, si algo tuviera que decir sobre las críticas negativas
que ha recibido, si una tara veo en común (a lo mejor debido a la carencia de
un acervo de lecturas) es que estas lo han abordado como lo que no es: una
novela.
Todo indica que el autor viene embarcado
en un proyecto narrativo, del que Pequeña
novela con cenizas es solo el primer paso de tres. Por ello, me gustaría
señalar lo siguiente, teniendo en cuenta que el autor es mi amigo: en adelante
debería dejar toda la piel en el asador. De él depende que leamos un proyecto
narrativo al que no solo califiquemos de bueno, sino de obra maestra.
Herramientas literarias no le faltan.
…
Publicado en Revista Lecturas
1 Comentarios:
Esta es la primera reseña o crítica que leo, si se le quiere/puede llamar así, que habla bien del libro, que por lo demás, no pasa de ser un intento tímido de novela (lo digo porque ya la leí y no me pareció mala, pero tampoco nada del otro mundo). Se nota que el escritor es tu amigo. Sigue así, tienes dos libros más de esta trilogía para alabar.
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