Ya era hora
No hay nada mejor que sentir cómo la resaca te abandona luego de saber que Augusto Pinochet -execrable asesino- está, por fin, muerto.
Ahora solo queda luchar contra esos locos y tarados que defienden su memoria, su legado, ergo, la estupidez.
Lo que sí deseo es que su muerte haya sido tan dolorosa como lenta, como para que haya sentido en algo las torturas, violaciones y crímenes que infligió a sus víctimas.
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