viernes, septiembre 28, 2007

Histórico

Soy hincha de Alianza Lima, la lógica futbolera "dictamina" que siguiendo la historia en la que se desarrolla un club como éste, mi apego por clubes extranjeros debe ser un reflejo (parecido) de mi irracional local pasión por este deporte. No es una regla, obviamente, pero conozco a muchos, por ejemplo, hinchas de la U, que simpatizan con el Real Madrid, el A.C. Milan, La Universidad de Chile, Peñarol, etc. Cuando les preguntó el por qué de esa preferencia, me responden que se ajusta más a la historia de Universitario de Deportes.

Más de un pata me ha preguntado el por qué no soy hincha de Boca Juniors ya que se ajusta más a la historia de Alianza Lima. En cambio, soy hincha acérrimo de River Plate. ¿A qué se debe?, no sé, pero a lo mejor mi apego por este equipo tiene que ver con que los jugadores que siempre he admirado han jugado, y juegan, con esa camiseta de colores blanco y rojo. Y los partidos que me han tenido en vilo y casi descontrolado los he vivido viendo al equipo de Núñez. ¿Cómo olvidarme de las tapadas de Ubaldo “El Pato Fillol, la garra de Passarella, los golazos de Medina Bello, las jugadas de Enzo Francescoli, el golazo de Crespo ante Sporting Cristal en la Copa Libertadores de 1996, la templanza de Mascherano, las bondades de D´ Alessandro, etc., etc.?

Pues ayer, mientras cenaba en un chifa, vi el que de por sí es un partido histórico, de los de verdad, de los que quedan. Por los octavos de final de la Copa Sudamericana fui testigo del repunte de River Plate ante un poderoso Botafogo. En más de una ocasión se pensó que iba a ser un fracaso más para River, como lamentablemente viene ocurriendo en los últimos años. Los nervios traicionan cuando tienes que remontar un primer resultado adverso como el que se tuvo en Brasil, y de local con un público fiel al que no se le tiene que decepcionar, y encima, recibir un primer gol del visitante que en el puntaje vale doble.


La forma cómo los dirigidos por Passarella accedieron a los cuartos de final de la Copa Sudamericana es, de hecho que sí, el punto de quiebre para que de ahora en adelante este equipo dueño de la tradición de las selecciones argentinas tenga el levante que su rica historia le demanda. Lo visto el día ayer, para los que saben ver fútbol, no se olvidará fácilmente.


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