Novela para fumadores: Y DE ESTE MUNDO PROSTITUTO Y VANO SÓLO QUISE UN CIGARRO ENTRE MI MANO
Ayer me puse a recorrer las calles del centro. Caminé por La Colmena con la idea de ir a Quilca, pero subí por Camaná, y al llegar al Jirón Ica doblé a la derecha. El tobillo por instantes parecía quebrarse, puesto que horas antes había dado un mal paso y por poco me lesiono, pero nada, aún tenía fuerzas para seguir caminando. Y entré a una de las librerías más interesantes de toda Lima, la librería Comentarios (Jr. Ica 144, a dos cuadras de La Plaza Mayor, a media del Jirón de La Unión). En esa librería puedes encontrar los títulos de todas las editoriales, la variedad y calidad se nota al instante, y lo más importante para mí: se permite fumar.
No existe mejor manera de buscar y revisar lomos (de libros) que no sea con un cigarro en la mano, el olor impregnado en tu nariz, viendo el humo confabularse con las letras impresas, llevándote una y otra vez el filtro a la boca, en especial cuando encuentras un libro que tanto has estado buscando, o cuando te topas con un libro valioso por su carácter polémico, como LA GENERACIÓN DEL 50: UN MUNDO DIVIDIDO de Miguel Gutiérrez (del cual veré si hago un post para la próxima semana), o uno cuyo título parece haber sido escrito para ti, que no te cansas de revisarlo pese a que ya lo leíste, porque sin ser la mejor novela de su autor tienes la certeza de que la buena literatura siempre se alimenta de los más placenteros y tanáticos vicios.
Y DE ESTE MUNDO PROSTITUTO Y VANO SÓLO QUISE UN CIGARRO ENTRE MI MANO, del brasileño Rubem Fonseca. Hace siglos leí un par de novelas suyas que me impactaron: AGOSTO y EL CASO MOREL, y no había vuelto a leer nada de él hasta hace tres semanas, y como dije: no es la gran cosa, es una “novela pretexto”, en la que tenemos un caso por demás jalado de los cabellos, no creíble, cuyo protagonista, el abogado Mandrake, tiene que encontrar la razón de ser de la fascinación que despierta el exitoso escritor Eduardo Flavio en tres mujeres de distintas edades (Amanda, Luisa y Silvia), todas igual de mamacitas, pero lo suficientemente "locas" como para ser las primeras sospechosas de asesinatos.
El caso que investiga Mandrake es estúpido, como ya señalé, pero también es igual de estúpido EL LARGO ADIÓS de Raymond Chandler, como se supone, entre ambas hay grandísimas diferencias. Entonces qué es lo que hace que un argumento no creíble sea tan atrayente, pues fácil: la fisonomía moral de sus personajes y la relación que se establecen entre ellos, y en el caso de esta novela de Fonseca (cuya primera edición es de 1997 y que Norma lanzó el año pasado), la relación gira en la pasión de Eduardo Flavio por los cigarros y la literatura. Las sesiones que Mandrake graba con el escritor pueden ser las mejores apologías que sobre el consumo del tabaco tenga idea. Eduardo Flavio se come páginas destilando opiniones fundamentadas del placer de fumar, las cuales están aderezadas con reflexiones sobre el oficio que debe tener todo aquel que quiera ser escritor.
Pese a sus bajones, la novela se sostiene, en ello juega muchísimo su brevedad. Y obviamente recomiendo su lectura, no para los que fuman su cigarrito en “ocasiones especiales”, sino para los fumadores irredentos, y vaya que en Literaturilandia conozco fumadores bravos.
Mientras repasaba con una sonrisa esta novela de Fonseca, se me acercó el librero Luis Company. Me dijo:
- Gabriel, cada vez que vienes no dejas de revisar esa novela.
- Fonseca es un vivazo. Tiene grandes novelas, pero esta sin ser la más importante es la que más le ha gustado escribir.
- ¿Y cómo sabes eso?
- Reconozco a un escritor fumador. Hay que leer entrelíneas. Allí está el secreto de todo.
Compré el libro de Miguel Gutiérrez. Le pedí a Luis que tomara con mi cámara el ejemplar de esta novelita de Fonseca. Salí. Ya en el taxi prendí un Marlboro, el humo condensaba todo lo bueno que había ocurrido durante el día.
Imagen, ejemplar de Y DE ESTE MUNDO PROSTITUTO Y VANO SÓLO QUISE UN CIGARRO ENTRE MI MANO.
No existe mejor manera de buscar y revisar lomos (de libros) que no sea con un cigarro en la mano, el olor impregnado en tu nariz, viendo el humo confabularse con las letras impresas, llevándote una y otra vez el filtro a la boca, en especial cuando encuentras un libro que tanto has estado buscando, o cuando te topas con un libro valioso por su carácter polémico, como LA GENERACIÓN DEL 50: UN MUNDO DIVIDIDO de Miguel Gutiérrez (del cual veré si hago un post para la próxima semana), o uno cuyo título parece haber sido escrito para ti, que no te cansas de revisarlo pese a que ya lo leíste, porque sin ser la mejor novela de su autor tienes la certeza de que la buena literatura siempre se alimenta de los más placenteros y tanáticos vicios.
Y DE ESTE MUNDO PROSTITUTO Y VANO SÓLO QUISE UN CIGARRO ENTRE MI MANO, del brasileño Rubem Fonseca. Hace siglos leí un par de novelas suyas que me impactaron: AGOSTO y EL CASO MOREL, y no había vuelto a leer nada de él hasta hace tres semanas, y como dije: no es la gran cosa, es una “novela pretexto”, en la que tenemos un caso por demás jalado de los cabellos, no creíble, cuyo protagonista, el abogado Mandrake, tiene que encontrar la razón de ser de la fascinación que despierta el exitoso escritor Eduardo Flavio en tres mujeres de distintas edades (Amanda, Luisa y Silvia), todas igual de mamacitas, pero lo suficientemente "locas" como para ser las primeras sospechosas de asesinatos.
El caso que investiga Mandrake es estúpido, como ya señalé, pero también es igual de estúpido EL LARGO ADIÓS de Raymond Chandler, como se supone, entre ambas hay grandísimas diferencias. Entonces qué es lo que hace que un argumento no creíble sea tan atrayente, pues fácil: la fisonomía moral de sus personajes y la relación que se establecen entre ellos, y en el caso de esta novela de Fonseca (cuya primera edición es de 1997 y que Norma lanzó el año pasado), la relación gira en la pasión de Eduardo Flavio por los cigarros y la literatura. Las sesiones que Mandrake graba con el escritor pueden ser las mejores apologías que sobre el consumo del tabaco tenga idea. Eduardo Flavio se come páginas destilando opiniones fundamentadas del placer de fumar, las cuales están aderezadas con reflexiones sobre el oficio que debe tener todo aquel que quiera ser escritor.
Pese a sus bajones, la novela se sostiene, en ello juega muchísimo su brevedad. Y obviamente recomiendo su lectura, no para los que fuman su cigarrito en “ocasiones especiales”, sino para los fumadores irredentos, y vaya que en Literaturilandia conozco fumadores bravos.
Mientras repasaba con una sonrisa esta novela de Fonseca, se me acercó el librero Luis Company. Me dijo:
- Gabriel, cada vez que vienes no dejas de revisar esa novela.
- Fonseca es un vivazo. Tiene grandes novelas, pero esta sin ser la más importante es la que más le ha gustado escribir.
- ¿Y cómo sabes eso?
- Reconozco a un escritor fumador. Hay que leer entrelíneas. Allí está el secreto de todo.
Compré el libro de Miguel Gutiérrez. Le pedí a Luis que tomara con mi cámara el ejemplar de esta novelita de Fonseca. Salí. Ya en el taxi prendí un Marlboro, el humo condensaba todo lo bueno que había ocurrido durante el día.
Imagen, ejemplar de Y DE ESTE MUNDO PROSTITUTO Y VANO SÓLO QUISE UN CIGARRO ENTRE MI MANO.
1 Comentarios:
si pero se habla de fumar puros no cigarrillos
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