jueves, octubre 21, 2010

Martes negro

En extremo vergonzoso la payasada que hemos visto la semana pasada por parte de nuestro maravilloso presidente Alan García.
Su conducta lo pinta, aparte de abusivo y matón, como un tipo un tanto desequilibrado.
El andamiaje de mentiras con el que intentó tapar su agresión a un ciudadano que le gritó “Corrupto”, demuestra que los compañeros de las nuevas generaciones apristas no han aprendido bien los cursos Bufalismo 5 y Ahuevamiento Social 3, que se imparten en La casa del Pueblo de Alfonso Ugarte.
En fin. Eso, por el momento, no es lo importante.
Lo que debe mantenernos alerta es el maquillado trueque que García está llevando contra la libertad de expresión. No es la primera vez que lo hace en este su segundo gobierno.
Al respecto he leído no pocos textos, consigno el más ecuánime de todos. Martes negro de Fernando Rospigliosi.


Alan García se empieza a parecer a su ahora admirado Alberto Fujimori también en los ataques a la libertad de prensa.
Jaime Bayly y periodistas de Enemigos Públicos (César Pereyra, Martín Suyón y otros) pagaron las consecuencias del enojo presidencial y el servilismo de los dueños de los medios de comunicación donde trabajaban.
El “Francotirador” de Bayly salió del aire el martes 12 y ese día también renunciaron los periodistas de Enemigos Públicos porque Panamericana TV se negó a transmitir un reportaje de Pereyra, en el que varios testigos de la ya famosa cachetada del presidente relataban los acontecimientos.
Un martes negro para la libertad de expresión en el Perú.
Francotirador en la mira
Bayly estaba en la mira desde hace tiempo, entre otras cosas, porque había aporreado durante semanas a los candidatos favoritos de Alan García en las municipales, primero Alex Kouri y luego Lourdes Flores.
Sin duda Bayly jugó un papel importante en el triunfo de Susana Villarán en Lima, en especial porque refutó sistemáticamente la montaña de calumnias con las que trataron de sepultarla.
Por supuesto, no sólo se trata de una venganza de García. Su propósito es, sobre todo, sacarlo del aire en la campaña presidencial, donde podría desempeñar un rol significativo.
Las elecciones del 3 de octubre constituyeron una derrota para García y han contribuido a exasperarlo. Pero por supuesto no va a cejar en su empeño de intervenir en las presidenciales de abril del próximo año, apoyando a sus candidatos Luis Castañeda y Keiko Fujimori y tratando de obstaculizar a los otros.
Enemigos de la prensa
En el caso de Pereyra y Suyón de “Enemigos públicos” tampoco queda duda alguna sobre los motivos de su salida.
Pereyra declaró a El Comercio: “He renunciado porque vetaron mi nota. Federico Anchorena me dijo: ‘… No se emite esto porque no podemos meternos con el presidente. Hay también un tema empresarial y esto va a autodestruirnos”.
Su reportaje recogía varios testimonios de testigos que corroboraban las declaraciones de Richard Gálvez, abofeteado por Alan García en el hospital Rebagliati después de gritarle “corrupto”.
El incidente exhibió a un García excitado, crispado, desquiciado. Porque no sólo fue incapaz de mantener la calma cuando ocurrió el incidente, sino que se enredó paulatinamente en una telaraña de mentiras y desaciertos, impropios de un político de su experiencia y habilidad.
Pero también ha mostrado al García matonesco, que sabe usar el poder para amedrentar a los dueños de los medios de comunicación, de manera similar a Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos en la década pasada.
Augusto Álvarez ha reseñado el viernes en estas páginas algunos de los ataques a la libertad de expresión durante este gobierno. En algunos casos son más sutiles que los de Fujimori y Montesinos, pero igualmente nocivos.
¿Caerán también?
Para que no quede duda alguna de sus intenciones, el jueves García echó la culpa a la prensa de que los ciudadanos consideren corruptos a los políticos. Es decir, el problema no es que los políticos sean corruptos sino que la prensa los ponga en evidencia.
No sólo eso. El ataque de García fue específico: “un diario y un programa de televisión tendrán que explicar por qué juegan así (…), están buscando minincidentes, mentirosos además. (…) Eso se llama bajeza”.
En realidad los únicos que han mentido son García y sus secuaces, como Óscar Rachumi. Y, como han respondido Ricardo Uceda de IPYS y otros periodistas, ningún medio tiene que darle explicaciones al presidente por lo que difunde, sino únicamente al público.
Los acusados por García son Diario 16 y su director Juan Carlos Tafur, y el programa Prensa Libre que conduce Rosa María Palacios en América TV.
Tafur tuvo la perspicacia periodística –y la valentía– de investigar y publicar el caso de la cachetada presidencial. Y Rosa María, que entrevistó al golpeado Richard Gálvez, está a cargo ahora de una de las pocas ventanas independientes que quedan en la TV peruana.
No es casual que García los aluda directamente.
Lo que viene
Todo indica que no solamente tendremos una campaña presidencial especialmente sucia, con una sistemática intervención del gobierno, sino también persistentes y sostenidos ataques a la prensa independiente.
No sólo García está en esa línea. La propuesta de un congresista castañedista de sancionar a los periodistas que difundan ciertos audios o videos va en la misma dirección.
Así, la prensa independiente y los ciudadanos decentes tienen que prepararse para recibir más cachetadas desde el poder. O puñetes, como ha sugerido el presidente de la Corte Suprema.

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