jueves, octubre 07, 2010

Novela de Gustavo Faverón: EL ANTICUARIO

A través de la cuenta de Facebook de Ediciones Peisa, encuentro la portada de la novela EL ANTICUARIO, del escritor, crítico y blogger Gustavo Faverón.
Y en el blog del autor, Puente Aéreo, los textos de contraportada.


“Desde su reclusión, un artista y un criminal llamado el Anticuario cuenta las historias del mundo que lo rodea. Pocas veces en la literatura peruana una prosa tan notable ha estado al servicio de historias tan tiernas y violentas” (Alonso Cueto).
“Una novela fascinante de principio a fin. Los diversos y logrados niveles de lectura nos proponen sorprendentes concepciones del mundo: La primera de ellas es la visión que se adquiere a través de la lente deformante de la literatura y de todo lo que puede vinculársele: libros y papeles, bibliotecas, libreros, escritores y lectores. Hay también aspectos más abstractos, como los que se relacionan con la palabra y sus poderes benéficos y malignos: la que fabrica discursos orales o escritos, racionales o fantasiosos, cifrados o esquizofrénicos, o que simplemente se calla. Existen en este libro, asimismo, aspectos relacionados con los recursos de la lírica —el lenguaje de la novela está impregnado de belleza poética—, del teatro —los protagonistas representan personajes de los libros que leen— y de la narrativa —la misma novela, que lleva en su interior pequeños cuentos y viñetas” (Rosella Di Paolo).
"El anticuario comienza con ecos intencionales a Borges y Auster, para luego desmarcarse y crear su propio e inquietante mundo narrativo. La atmósfera es la de una novela de terror, pero los sustos no tienen que ver con fantasmas góticos sino más bien con las intermitencias del corazón, con los extraños lazos fraternales que nos unen y también nos desunen. Gustavo Faverón ha escrito una gran novela" (Edmundo Paz Soldán).
“En El anticuario, la construcción de la trama no es menos rigurosa que las construcciones perversas en las cuales está confinado su enigmático protagonista. La diferencia entre la arquitectura de la ciudad donde moran los personajes y la del texto que el autor diseña es, sin embargo, enorme: radica en el carácter lúcido y, por eso mismo, liberador del relato. El rastro de ceniza que deja el crimen y el misterio que oscurece el pasado contribuyen, en la novela de Faverón, a la creación de una atmósfera poderosa y oscura; son, también, las marcas que en las memorias y los cuerpos inscribe el Mal, al cual exorciza la narración. Sin regodeos efectistas ni atajos complacientes, Faverón narra una historia turbadora sobre la violencia y la memoria en la cual se advierte, velada y transformada, la presencia de los horrores privados y públicos de una sociedad que es, al mismo tiempo, familiar y extraña” (Peter Elmore).
"Con impecable agudeza, Gustavo Faverón nos introduce en una historia donde se cuestionan no solo los límites de la razón, sino también los de la amistad" (Iván Thays)

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