jueves, octubre 07, 2010

Web: Sonata para kamikazes

SONATA PARA KAMIKAZES es el auspicioso debut literario de Giancarlo Poma Linares. Esta novela resultó ganadora del concurso BCR 2010.
Sobre la misma, de hecho haré un comentario más adelante.
Y si quieren saber un poquito más de ella, los invito a darse una vuelta por su homónima web.
A continuación el texto de la sección La sonata.


«Sonata para kamikazes es un acercamiento a los límites de la conducta, una novela audaz y desmesurada. Sin embargo, no nos captura solo su audacia sino también su mirada vulnerable y solitaria. Basta leer cualquiera de sus páginas para contagiarse de su corriente. Poma es un escritor entregado a sus vivencias y a su lenguaje. Un escritor auténtico».
Alonso Cueto

Es dieciséis o dieciocho de diciembre en la ciudad de Lima. Pronto la penumbra se desvanecerá, revelando un cementerio de poetas o acaso el holocausto de una generación acorralada por el Vacío. Pero el cumpleaños de Billy Alva apenas comienza, y La Banda de los Corazones Solitarios ha prometido celebrar. Su consigna es una sola: Ars Longa,Vita Brevis. Y la brújula apunta, con certeza, hacia Barranco. Que la travesía sea memorable.
A la cabeza va Oscar Beltrán: cínico, cinéfilo y de carácter sifilítico. Estrictamente detrás, Juan Pablo Adriazola: acólito punk de John Forbes Nash, y de acuerdo con su madre, Summa Cum Laude desde el útero. Protege la retaguardia Billy Alva: campeón de caminatas interbarrios, marinero en tierra. Finalmente, el bardo polizón, Alonso Mendizábal, aspirante a escritor y poco más que un fulano farsante.
Sonata para kamikazes es la historia de cuatro jóvenes y un grito que surge desde el fondo del abismo. A través de las páginas de esta novela, cuya estructura responde a una composición musical, el lector escuchará los rumores primigenios: la corrosión de los sentimientos y el sabotaje a las utopías, la eclesiástica hipocresía de los colegios privados, el eros salvaje de la bohemia universitaria, la incorporación a una sociedad inmisericorde que se satisface en el canibalismo y la desesperanza. Aunque también: un susurro de Bob Dylan por el bulevar Sánchez Carrión, Mowgli fumándose un porrito frente al Malecón de los Traviesos, y el Bud Spencer Bar, la caverna de las ideas, de donde no es posible salir con otra certeza que la propia muerte.
Cuatro voces que interpretan una sonata sobre aquel grito que se ahoga a los veinte años. El testimonio de un eco que tiene tanto de horror como de auxilio.

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