Monumental cartografía poética: CUERPO PLURAL
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Algo de experiencia tengo en estos menesteres de elaborar antologías. Como bien escuché algún tiempo atrás, “el mismo hecho de hacerlas te convierte en un ser peligroso y querido.” No pocos escritores matan por su pedacito de cuchitril en el parnaso literario. Esa es la verdad, aunque ante los micrófonos digan que el cuchitril les importe poco o nada. Creen que su identidad es amenazada si no son tomados en cuenta. Obviamente, para que te miren de esa manera –con odio, amor y rencor a la vez-, tienes que haber armado una buena antología, de cierta resonancia, en la que se sienta, principalmente, que tu caprichosa escogencia ha estado motivada por una lectura atenta y honesta del universo literario abordado.
En este sentido, la antología CUERPO PLURAL (Pre-textos, 2010), del crítico venezolano Gustavo Guerrero, es una obra monumental. Si la memoria no me es tramposa, se trata de la primera que nos brinda un ambicioso fresco de las actuales poéticas en Latinoamérica. Los autores convocados (nacidos entre 1959 y 1979) empezaron a publicar en las “aguas revueltas” de las últimas tres décadas. Por ello, es entendible la descomunal variedad de registros, la mayoría en constante diálogo con tradiciones no necesariamente literarias, en ejemplo palmario de la época de rupturas y transiciones en la que estas voces empezaron a enfrentarse (o en algunos casos a afianzarse) con la experiencia de la palabra escrita, pero asumida desde un actitud, digamos, festiva, nada señorial, como si la poesía fuera un elemento más de la vida, y alejada –salvo contados nombres en este trabajo- de las consignas de las escuelas del resentimiento literario (leer a Harold Bloom) y de los preceptos de la militancia política y el compromiso social.
En mi experiencia de lector, he venido notando una predilección lastimosa y aberrante, nutrida de la más pedante y mezquina ignorancia, cada vez que se hace referencia a lo que podemos entender por “generación”. Como últimamente entre críticos y escritores se ha puesto de moda denostar de esta palabra, resulta gratificante leer la valoración que hace de la misma un crítico como Guerrero. Bajo esa línea, es posible rastrear temas afines entre sus escogidos, como los derivados de sucesos cruciales de la historia contemporánea –la desaparición de la URSS y los atentados del 11-S, por ejemplo- con los que no necesariamente han tenido que ser del todo tributarios.
En cuanto a la calidad poética de CP… y lo digo de buena fe: irregular.
Pero no es para alarmarse, desde antes de meterme en estas páginas supe que iba a ser así. ¿Qué culpa tiene Guerrero? Ninguna. Lo suyo era entregarnos un mapa literario.
No hay que ser un sabio de cantina para esperar que los 58 poetas nos entreguen poemas que cambien el curso de nuestra existencia, o que cimenten nuestras vocaciones literarias. Aunque eso sí: ningún poema puede ser calificado de malo y hay varios en verdad perdurables.
Imposible no dejar constancia de los poetas que más gustaron a este lector. Así como dije que la hechura de una antología es capricho de escogencia, el lector de turno también ha decidido honrar ese capricho. Que nadie se resienta. Aquí van (sin orden de preferencia): José Carlos Yrigoyen, Alan Mills, Frank Báez, Yanko González, Germán Carrasco, Sergio Raimondi, Montserrat Álvarez, Laura Wittner, Malú Urriola, Mayra Santos-Febres, José Eugenio Sánchez, Sergio Parra, Edwin Madrid, Patricia Guzmán, Rossella di Paolo, Eduardo Chirinos, Rolando Sánchez Mejías, Joaquín Morales, Tedi López Mills, John Galán Casanova, Julián Herbert, Martín Gambarotta y Fernando Denis.
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