viernes, mayo 06, 2011

La palabra del ciego



En la edición de Caretas, de ayer jueves, salió un más que interesante artículo de Carlos Calderón Fajardo sobre Ernesto Sábato.

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Tres escritores argentinos cambiaron el rumbo de la narrativa latinoamericana: Borges, Sábato y Cortázar. Si Cortázar nos introdujo en la narración como juego, Borges y Sábato nos enseñaron a mirar el universo.  Borges y Sábato son escritores-filósofos, de la única manera que un literato puede serlo: cuestionando las certezas. Borges nos adiestró para convertir la filosofía en artificios sublimes, y Sábato se refirió al otro universo, oscuro, insondable que mora oculto en los abismos del alma humana.

Si Ribeyro fue nuestro Chejov, faltaba nuestro Dostoievski, Sábato ocupó de manera formidable ese lugar. Los grandes libros nos habitan, y eso ocurre con “El túnel” y “Sobre héroes y tumbas”. Recordamos personajes, tramas, la magia que las dinamiza. Imposible de olvidar al Pablo Castel de “El túnel” asesina a la mujer amada, a la única persona que podía sacarlo del túnel.   “Sobre héroes y tumbas”-nos habita Alejandra, probablemente el personaje femenino más cautivamente de la historia de la novela en español. Ésta magistral novela, conformada por cuatro libros, la III parte: “Informe sobre ciegos”, novela dentro de la novela, (38 capítulos, 70 págs., del total de 543 págs. del íntegro) En “Informe sobre ciegos” hallamos el mejor Sábato, el que penetra en las regiones prohibidas donde reina la oscuridad metafísica; onírico,  alucinada reflexión sobre el mal, sobre Dios, sobre el poder.
El que escribe este informe, el que lo narra, Fernando Vidal Olmos, considera a los ciegos como una Secta sagrada de ciegos, que tiene bajo su servicio hombres y mujeres normales: en parte engañados por la Organización, y en parte “como consecuencia de una propaganda sensiblera y demagógica” y describiendo los castigos de toda índole a los que son sometidos los que se atreven a indagar sobre los secretos de la Secta. Una logia de ciegos domina el mundo, los países. Al leer este “informe” no se puede dejar de pensar en la vida política de nuestros países, en el predominio de sectas de ciegos que son dirigidas por ciegos ocultos, desconocidos jerarcas. Esta Secta de ciegos “gobierna el mundo con poder absoluto, poder sobre la vida y la muerte, que se ejerce mediante la peste y la revolución, la enfermedad o la tortura, el engaño o la falsa compasión, la mistificación, o el anónimo, las maestritas o los inquisidores” (pg 293). La secta de los ciegos tiene colaboradores distribuidos astutamente por todas partes y en las posiciones y oficios más insospechados: niñeras, profesores de enseñanza secundaria, señoras respetables, bibliotecarios, etc.
La ceguera fue una obsesión en la vida de Sábato, que, finalmente, se quedó ciego. En esta obsesión dejó la novela por la pintura. Este informe, que es calificado por la misma persona que lo narra como una “investigación” ardua y arriesgada sobre ciegos, nos recuerda el Informe Sábato referente a los desaparecidos durante la dictadura militar argentina (“Nunca más”).
Ahora, que el cuerpo de Ernesto Sábato dejó este mundo, cobra vigencia el Informe sobre ciegos. El ciego narrador, concluye su relato diciendo: “Mi  muerte me espera. Aquí termina, pues, mi Informe, que guardo en un lugar en que la Secta no podrá encontrarlo. Son las doce de la noche. Voy hacia allá”.

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