Por qué detesto a los Beatles
En el blog Tanque de Casma, del narrador y periodista Ernesto Carlín, encuentro un post. No sé si por el contexto -ayer en la noche fue el concierto de Paul McCartney- sea bueno reproducirlo... Ahora, los motivos que expone Carlín son más que atendibles, además, me consta que es un gran melómano.
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Tal vez el título de este post – el primero que hago en exclusiva para mi blog – sea un poco exagerado y arbitrario. No es que deteste a los fab four de una manera fundamentalista. Simplemente mi acercamiento a ellos no ha sido igual de agradable que la que he tenido con otros grupos de rock. Por ejemplo, Rolling Stones, para no ir muy lejos en el tiempo y de barrio. Pero quizás lo peor de mi experiencia con los Beatles no sean ellos, sino sus fans.
Me explico. Mi primer contacto con los Beatles fue a través de mis padres. Ellos, con todo el cariño del mundo, intentaron inculcarme algunos valores y gustos que ellos consideraban los correctos. Mi afición a la música criolla[1], la pasión por la lectura y mi amor por cierta escuadra porteña que pasa por un transitorio mal momento derivan casi directamente de ellos. Pero algunas labores de propaganda dentro del hogar no funcionaron del todo bien. Mis padres, que crecieron en medio de la efervescencia por los Beatles, me repitieron como un mantra que John, Paul, Ringo y el otro que no me acuerdo eran los mejores músicos de todos los tiempos, que el rock llegó a su punto más sublime cuando ellos tocaron juntos, y que todo lo demás era repetición de ellos, y toda repetición es ofensa.
Por una extraña razón, este axioma musical, que lo he escuchado a lo largo de toda mi vida en boca de las más disímiles personas con aire de perdonavidas, no me ha llegado a convencer. Mis razones, si es que la tengo, son sólo subjetivas, personales, infantiles si se quiere. No es que Love me do me parezca un asco ante un tema de Scorpions o Enrique Iglesias – primo de Jair, creo – por mencionar artistas que no me gustan. Pero me siento abrumado ante tanta gente repitiendo lo mismo. Más que abrumado, acosado.
Me cuesta explicar qué tiene de malo la música de estos cuatro liverpuleños como para que no me entusiasme. Un fan suyo, que nunca falta, me dirá que no hay nada de malo en sus canciones, que el malo es mi oído. Sí, pues, de seguro. Tengo mal gusto. Pero qué a gusto me siento con mi gusto, déjenme decirles. ¿Conformista? Pues no lo creo. Me gusta buscar, rebuscar, bucear entre recomendaciones, pistear, hasta dar con los grupos que me agraden. Pero nunca han sido los Beatles[2].
Yo recuerdo cuando, hace miles de años, empecé a coleccionar cintas mal grabadas y uno que otro disco. Otros adolescentes como yo se iniciaban también con los mismos menesteres. Por azares del destino, los otros imberbes proyectos de coleccionistas que se especializaron en Beatles y que tenía la desdicha de cruzármelos hablaban con tal soberbia sobre música que resucitaron con poco esfuerzo mis traumas infantiles, esa especie de pataleta melómana destinada a mis padres.
En esa época no me importaba si el álbum blanco era el súmmum de lo ya no ya rockero, yo prefería escuchar a Julio Montero desgañitarse cantando “seis cuatro, sesenticuatro, muertos en Ayacucho, bingo, bingo” con Delirios Krónicos. Y aún ahora, cuando escucho mis viejos casets de grupos subtes (¿dónde estás, Salón Dada, que no te encuentro?), no echo de menos las virtuosas composiciones de Lennon y mancha. Es más, oírlos a los cuatro de Liverpool es como oír la lluvia para mí. Lo considero cercano al ruido de fondo, que no mueve ninguna fibra interna, no genera una emoción fuerte que me haga saltar. Lo único que me genera es temor. Sí, temor. Temor a que un sabelotodo se acerque y me diga “eso que suena es lo mejor que se ha hecho en toda la historia del rock y de la música en general”. Cuando llegan esos fan barra brava del oído refinado, dan ganas de decirle “sí, claro que sé que son el mejor grupo de rock. Yo también leo wikipedia”. Debe haber algo satánico en los temas del Abbey Road que numerosos fans de estos ingleses se sienten tan arrogantes como si fueran sus mismos ídolos. Así no son todos los beatlemaniacos, supongo. Pero bien que lo disimulan.
Hace poco, un viejo amigo sintió lástima de mi gusto musical por confesar mi poco aprecio por los Beatles. Otro amigo me citó a Borges para convencerme de la pérdida de tiempo que significaba oír al Grupo 5 en detrimento de bandas de rock como R.E.M. Pues la verdad que les agradezco sus recomendaciones de todo corazón. Como buen melómano, escucho los consejos con cariño. Por allí que hay un dato que me interesa seguirle la pista. Pero si quieren levantar la aguja de mi tornamesa y ponerme un vinilo que no he escogido y desechar el que he puesto, les digo “un momentito”. Las dos únicas personas que están autorizadas a alterarme mi espacio sonoro vital son mi hija y mi sobrina (bienvenida Hanna Montana, fuera Beatles). Si tengo mal gusto, tengo mal gusto, y punto. Es mi defecto. Posiblemente lo pueda superar con terapia. Pero en este momento de mi vida, la verdad como que no me apetece.
[1] Una curiosidad. A mi padre le encantan los valses y demás ritmos criollos. Pero nunca le agradó ni la voz ni las canciones de Chabuca Granda. Cuando me interesé por este tipo de música pasó que a mí tampoco me enamoró esta artista. ¿Serán los genes? ¿El medio ambiente?
[2] Quizás sea poco consecuente admitirlo, pero algunos “clones” de ellos me agradan. Dave Clark Five, Oasis, gente así. La vida es así, no la he inventado yo.
2 Comentarios:
Es divertido leer tus padecimientos ^^
Es cierto que mucho de influencia tiene la venida de un cantante o grupo para que a las personas comiencen a escuchar mas su musica o improvisen su fanatismo... Mucho de eso ultimamente. Dicen que el concierto estuvo bueno. Pero es como bien lo dices.. gustos son gustos..
pd: una ultima consulta.. entiendo que tengas variadas connotaciones musicales y que influyan las herencias familiares... pero Grupo 5??? jajaja (discrepo humildemente!)
Saludos.
Entiendo que te refieres al autor de la nota que reproduzco
Saludos
Gabriel
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