martes, junio 12, 2012

El mejor Ampuero




Leo algunas nuevas publicaciones peruanas de ficción y no ficción. Lo hago mientras hago otras cosas y pienso que sería mejor concentrarme en esas otras “cosas”. Anoche cerré uno de esos libros. No podía más y tenía que buscar alguna reconciliación con el día. Es así que me dirijo a los anaqueles y empiezo a revisar. Aunque sea un cuento o relato de valía debe haber entre tantos lomos. De estos destaca uno de color verde.

Lo conozco.

Se trata de Gato encerrado (Peisa, 1998), el libro de crónicas, entrevistas y reportajes de Fernando Ampuero.

*

−¿No crees que Ampuero es un mal escritor? –me preguntó un par de noches atrás un joven teórico literario de 48 años. Bebíamos cervezas y estábamos a la espera de una pizza de chorizo.

−¿En qué sentido?

−Todo lo que escribe es malo− afianza su postura el teórico.

*

Prendo un Pall Mall rojo y mi idea inicial es revisar el libro. Picar alguna entrevista o crónica. A la hora me doy cuenta de que voy más de la mitad. Entonces decido seguir adelante y completar la relectura.

*

−Bueno, Ampuero no es mi narrador favorito. Sin embargo, tiene cuentos que me han perseguido por buen tiempo. Hay uno que deberías leer, “Voces”. Y sus novelas, sin ser la gran cosa, son risueñas.

−Ya, pero Ampuero es malo –vuelve a la carga el teórico.

−Una pregunta, estimado.

−Por favor, dime Gabriel.

−¿Has leído a Ampuero?

*

A diferencia de otras publicaciones, Gato encerrado se mantiene con mucha vida, el autor destila conocimiento de causa de lo que escribe, una “verdad” que hoy en día se encuentra poco. O sea, no hay duda de que los textos peruanos de no ficción atraviesan un momento expectante, se escribe bien y hay varias publicaciones que corroboran esta eclosión, pero estas no pueden limitarse a los logros en cuanto a lenguaje −¿habrá quien crea que un texto, sea literario o de no ficción, se justifique por el solo hecho de estar bien escrito? – ni a los cruces de información que estos trabajos requieren.

Sumemos también los recursos de ironía y humor de los que Ampuero hace uso, por momentos, pareciera que funge de gran anfitrión, de alguien que te invita una fuente de chita frita, más cervezas heladas, para dar paso a sus anécdotas. Ese tono es el que se impone en las cuatro secciones de GE: “Sobre mitos y escándalos”, “Vidas soñadas”, “Bucles, retratos, pañuelos” y “Ronda de seductores”.

*

−Contesta, carajo. ¿Has leído a Ampuero? –me revientan los largos silencios después de una pregunta.

−Por supuesto que sí. En la universidad lo hemos estudiado. Le hemos sacado la mierda a sus mamarrachos.

−¿A qué mamarracho de Ampuero le han sacado la mierda?

−A todos, Gabriel. A todos. Ese tipo no tiene compromiso político, social, es frívolo. Su prosa es pobre.

−¿A qué libro le han sacado la mierda?

−¿Por qué defiendes a ese tipo?

−No lo defiendo. Pero noto que tu valoración parte de un prejuicio. Juraría que jamás lo has leído y que repites como loro lo que algunos dicen de él. Mezquindades literarias no van con este pechito. Ampuero no Hemingway, lo sé. Pero tampoco es un pésimo escritor. Se trata de un playbloy, ahora jubilado, al que le gusta escribir.

−¿Me estás diciendo acomplejado?

−Sí. Acomplejado y prejuicioso.

−Pero ese tipo siempre ha estado en los medios. Es una mentira del mercado, un producto de las grandes editoriales.

−Refresca tu memoria. A Ampuero lo echaron del Comercio peor a que a un perro sarnoso. ¿Te acuerdas de los Petroaudios, no? Contesta, ¿te acuerdas o no?

−Sí.

−Entonces de dónde sacas lo de la falta de compromiso. No hay que usar un polo sucio rojo de PCP, o uno del Che, para tenerlo… El pata no es santo de mi devoción, pero su actitud de firmeza moral ante un acto de corrupción mayor, habla bien de su ética personal.

−Ya, pero igual, tiene ayuda de los medios.

−Al tío no lo veo en El Comercio desde hace tiempo, ni siquiera aparece en el crucigrama de El Trome.

−Es un argollero. Cuando estuvo en El Dominical promocionaba a sus patas.

−Lo que recuerdo es que rescató El Dominical. Antes de asumir la dirección, el suplemento sí estaba corroído por una argolla huachafa, en donde se leían textos de presentación disfrazados de reseñas, entrevistas que antes habían sido publicadas en webs y el favoritismo a ciertas editoriales, no grandes, sino independientes. Es verdad, con Ampuero también hubo argolla, pero esta venía con estilo. El tío le puso nivel al Dominical y eso no lo consigue cualquiera, se notaba la mano del periodista.

−Ya, ya. Ampuero es maravilloso.

−Ni cagando. En El Dominical permitió la publicación de un par de reseñas que me enfermaron. Nunca había visto tamaña muestra de sentimiento menor –dije.

−Ampuero es un producto de los circuitos secretos que dirigen la cultura en este país de mierda –hice memoria y no habíamos tomado más de dos chelas. Tenía que ser cauteloso, lo peor no es enfrentarse a un posible borracho, sino a un resentido colérico.

−Bueno, sin ayuda del Comercio, su última novela El peruano imperfecto va por la tercera reedición. Creo que por algo la gente lo sigue leyendo, ¿no? Repito: Ampuero no es Hemingway, ni Salinger, ni Fitzgerald. Pero lo que escribe gusta a la gente. No le veo nada de malo a ello.



*

Los textos incluidos en la publicación aparecieron en su momento en la revista Caretas. Hay varios que aún retumban en la memoria, como “La Parada y las niñas prostitutas”, que para mí es lo más completo que se ha escrito sobre el mundo de La Parada, allí el escriba se sumerge como uno más, nos relata el paso a paso en pos de la nota, hurgando en el argot del hampa y definiendo los parámetros sobre su tópico a desarrollar. O sea, imaginen a Ampuero caminando de madrugada, sorteando a los cargadores, observando y escuchando; oliendo y, por qué no, comiendo de los potajes de las mamachas (“Madre, una sopa verde más y su porción de mote para la familia, para llevar, por fa”), mirando sin miedo a los tipos de los ajeno. En este reportaje no hay lugar a medias verdades, si lo hubiera escrito desde la distancia, el texto no funcionaría, tendría la pinta de los reportajes que vemos hoy en día en Somos. Ni hablar del perfil dedicado a Tatán, “Tatán, gángster clásico (1925 – 1962)”, en donde el escritor destila maestría narrativa.

También habría que prestar atención a sus acercamientos con Borges, Tola, Bianca Jagger y Magda Portal. Mención aparte merecen las entrevistas. Hago memoria y la que le hace en Cuba a García Márquez podría figurar entre las mejores al genial colombiano (aunque bueno es saberlo: el hombre de Cien años de soledad no ha sido muy generoso en conceder entrevistas). Ampuero se las ingenia bien para llamar la atención del Nobel, que luego de varios intentos logra desprenderlo de la compañía de Fidel Castro y su séquito. Tampoco obviemos los buenos diálogos con Ribeyro, Sábato, José Luis Cuevas, Moria Casán y el “Indio” Fernández. Esta sección de entrevistas pudo coronarse de inolvidable, que lo es en realidad, si hubiera obviado la de Allen Gisnsberg, a quien abordó en New York. Imagino a Ampuero feliz, es otra, pero también desolado al darse cuenta de que había un problema en el audio. Es por ello que la entrevista solo consta de 3 preguntas. Definitivamente, su inclusión en la sección obedeció a razones editoriales.

*

−Está bien. No he leído a Ampuero –me dice el crítico cuarentón. En su rostro se dibuja la paz de la verdad.

−Es bueno limpiarse el alma. El mundo no se te acaba si no lo has leído. Si te gusta lo que escribe, bien. Si no, no hay problema. Solo que no repitas como papagayo lo que escuchas de otros. Es por eso que la literatura peruana se encuentra hasta las huevas, no le prestamos atención a los que deberíamos: los libros.

−…

−¿Has escuchado? –nos sirven la pizza de chorizo.

−…

−Come nomás.

*
En fin, señores, Gato encerrado nos muestra al mejor Ampuero.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Gabriel Ortega, lees el libro màs criticado de Ampuero por cuanto salvo sus entrevistas , las cronicas son inventadas. Ampuero no tiene nada para rescatar de sus libros, salvo el afán de provocar cuando tilda a Hugo Guerra, periodista de El Comercio de amanerado, en su último libro ; esto y muchas otras cosas como El enano, muestra a un tipo desesperado porque lo mencionen mal que bien. Bajas el nivel de tus post con seudoescritores.
Edgardo Pallarderi

12:14 p.m.  
Blogger Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

En el post he sido lo más imparcial que he podido. Si lees bien, te darás cuenta que hacia el autor van dirigidas críticas, algunas de ellas fuertes. Hay prejuicio y ojeriza gratuita. Saludos.
G

2:23 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Ampuero no es de lo mejor de la literatura peruana, en eso no hay discusión, pero lo mejor de Ampuero son sus cuentos.

2:39 p.m.  

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