Voraz y empedernido lector
En estos últimos días
he estado pensando en la obra de Guillermo Niño de Guzmán, en lo influyente que
ha sido en los proyectos que he emprendido. Por ejemplo: las antologías de nueva
narrativa peruana que he preparado (incluyendo la tercera que se viene en julio
próximo) tienen a su florilegio En el
camino como sombra mayor. Y más de una vez he declarado que su primer libro Caballos de medianoche
(1984) se ubica entre los mejores, en cuento, de la literatura peruana. No es para menos, a
diferencia de muchos cuentarios, Caballos…
se yergue en juventud y lozanía en cada relectura, no le salen canas, ni
arrugas, ni patas de gallo, como a otros…
Los seguidores de la
narrativa peruana sabemos que Niño de Guzmán publica poco. A la fecha lleva
solo seis títulos. No es de los que asumen la literatura como si se tratara de
una carrera de caballos. Uno o dos libros por década le parecen más que suficientes.
Sin embargo, no todo en él es ficción, también tenemos al Niño de Guzmán
articulista y ensayista. En esta faceta tiene dos publicaciones que debemos
considerar: La búsqueda del placer
(1996) y Relámpagos sobre el agua
(1999).
En ellos yace la
inquietud que siempre le voy a reconocer (y admirar): la del empedernido lector
comprometido con los libros que le gustan. Quizá por su grado de ambición, La búsqueda… abrume un tanto, como si el
autor hubiese apilado a la fecha todos sus textos sobre literatura, deviniendo
en un resultado que linda con lo irregular. No ocurre lo mismo con Relámpagos…, en donde sí es posible
constatar el buen criterio de la escogencia.
He leído a no pocos
escritores escribir sobre literatura. Y solo algunos llegan a proyectar en mí
el afán por conocer precisamente los títulos y autores consignados. En este
sentido, le debo a Niño de Guzmán más de lo que yo podría imaginar. Este libro
llego a mis manos en el momento indicado, en meses en los que me encontraba
sumido en la desazón, al borde del desánimo absoluto, más o menos a fines de
los noventa. Quería ser un lector metódico, ordenado en lecturas... Hice todo
lo posible por serlo. Y me alegra haber fracasado en la empresa… Lo recuerdo
bien: me compraron el libro en el Virrey del centro. Ese día era mi cumpleaños
y como buen escorpio me lancé en la noche a devorar sus páginas.
Al menos para mí, me es
un libro infinito. Me explico: durante años me sirvió de guía de lectura y he
vuelto más de una vez a recorrerlo, puesto que Niño de Guzmán no solo te expone
el perfil de un determinado de escritor, también te sitúa en un contexto, te
recrea una época y cumple con lo que casi nadie: te contagia su pasión voraz por
la lectura. Por estas páginas nos encontramos con plumas capaces de afianzar
vocaciones, como Carver, Onetti, Hemingway, Cortázar, Miller, Lowry, Ginsberg,
Oé, Durrell, Capote, Rimbaud, Celine, Faulkner, Salinger y demás.
De en cuando en cuando me
pregunto si Niño de Guzmán viene preparando otra selección de artículos y
ensayos literarios. Muchas veces su firma, ya sea en un suplemento, página de
cultura o revista, me significaba el descubrimiento de un nuevo autor al que sí
o sí leería en los próximos días.
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