Bolaño sobre Vargas Llosa
Una tarde de buena
conversa en Selecta. Apaciguo la natural y entendible preocupación de Yesenia
ya que me haré cargo de la librería yo solito, durante algunos días… Prendo la
radio y sintonizo Radio Mágica, enciendo un par de Pall Mall rojos y respondo
los mensajes que han llegado a la cuenta de Facebook de la librería. Y de
taquito, le doy los últimos toques al texto sobre Pararrayos de Dios de Hinostroza, que subiré al blog en unos días.
El curso de la tarde se
ve alterado, para bien, por la aparición de nuestro buen amigo Renzo, voraz
lector y una de las personas más brillantes que pueda conocer. Renzo me dice
que no se ha olvidado de lo que me prometió, y yo me preguntó qué cosa me ha prometido.
Me entrega una hoja fotocopiada.
“¿Te acuerdas?”
Intento recordar.
“No lo creías, pero
allí está”.
Ahora lo recuerdo. Renzo
me había hablado de un prólogo de Roberto Bolaño sobre Los cachorros y Los jefes
de Vargas Llosa, incluidos en la colección ‘Las 100 joyas del Milenio’ que
lanzó en los noventa el diario español El Mundo. Cuando Renzo me comentó de ese
texto, sencillamente se me hizo difícil de creer. Es sabido que el autor de Estrella distante no se expresaba nada
bien del hoy Nobel de Literatura, ya sea por su postura política y su propuesta
literaria, al punto que en una entrevista, que pueden encontrar en Youtube, no
duda en calificarlo de Viejo macho de la literatura latinoamericana.
Pues bien, ¿qué dice el
verdadero detective salvaje?
No mucho, la verdad. Es
decir, Bolaño no es pródigo en elogios y es más que nada descriptivo. Sin embargo,
el arranque de su prólogo es no menos que fenomenal y adictivo.
Cito:
En
el recuerdo de mis lecturas juveniles hay cuatro novelas cortas escritas por
autores que más bien solían escribir novelas largas, cuatro novelas que al cabo
de los años conservan toda su carga explosiva original, como si tras estallar
en una primera lectura volvieran a estallar en una segunda y en una tercera
lectura y así sucesivamente, sin llegar nunca a agotarse. Son, sin lugar a
dudas, obras perfectas. Las cuatro hablan de derrotas, pero convierten la
derrota en una especie de agujero negro: el lector que meta su cabeza allí sale
temblando, helado de frío o cubierto de sudor. Son perfectas y son ácidas. Son
precisas: la mano que maneja la pluma es la de un neurocirujano. Y son también
una fiesta del movimiento: la velocidad de sus páginas hasta entonces era
inédita en la literatura de lengua española. Estas novelas son El
coronel no tiene quien le escriba, de
García Márquez, El perseguidor, de
Julio Cortázar, El lugar sin límites,
de José Donoso, y Los cachorros, de
Vargas Llosa.
La publicación es del
año 1999. Y me pregunto: ¿Bolaño era lo suficientemente conocido para prologar
a un grande? En apariencia no. Quizá se le convocó porque estaba en pleno
ascenso, en franca proyección, porque un año antes había obtenido el Herralde
con Los detectives salvajes. No encuentro
otra razonable explicación.
3 Comentarios:
Notable! Gracias por subir esta joya. Tampoco se me habría ocurrido que Bolaño prologara alguna obra de Vargas Llosa y además que mencionara una novela de Donoso dentro del tipo de novelas cortas explosivas (por cierto, un excelente concepto!).
En Entre paréntesis existen textos donde Bolaño no sólo habla de los cachorros, sino también de Historia de Mayta y Conversación en la catedral. Y siempre con satisfacción.
Omar Livano
Es lógica la sorpresa: Yo mismo estoy sorprendido. Pero vale la pena recordar y aclarar: aunque se tenga la impresión de que Bolaño detestaba al Boom-y ciertamente su escritura es lo más alejado del estilo del Boom, a conciencia plena-, en realidad sus dardos venenosos tenian como destino a los hijos del Boom, a los hijos mediocres, copiones, sin inventiva del Boom: Isabel Allende y Paulo Coelho y otros como ellos, que bastardizan el estilo de García Márquez a más no poder. Porque es al Gabo a quien copian, y no realmente a Vargas Llosa, o Cortázar.
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