FGL (1927 - 2015) - "crónica sentimental en rojo"
Gracias a su destacada labor, al viejo
policía Ricardo Méndez se le ha designado vigilar las playas de Barcelona.
Méndez es un escéptico, piensa que su trabajo no es respetado por el oficialismo
policial, más si valorado por los policías de a pie. Sus métodos de
investigación son una cachetada a los lineales protocolos policiales. Para él,
la única manera de llegar a la verdad, a la solución, es por medio de la
incorrección. Para Méndez todo vale.
“En realidad había sido un premio para
él, lo sabía. Por primera vez en este siglo Méndez había despertado entre sus
compañeros, sin saber cómo, oleadas de solidaridad. Fuese porque estaba
demasiado blanco o demasiado débil, fuese porque olvidaba las colillas dentro
de los vasos de whisky de los amigos o porque las ladillas –decía- ya le
asomaban por los bordes de la corbata, a Méndez le fue ofrecido un servicio
lleno de las tres cosas que hacen más feliz al funcionario hispano: sol,
vagancia y mujeres en sazón.”
Estamos a inicios de los años ochenta del
siglo pasado, España atraviesa los fuertes cambios del proceso de la
Transición. Los círculos de poder, sean religiosos, económicos y políticos,
luchan por lo poco que les queda de las prerrogativas que gozaron durante el
franquismo. Tarde o temprano, estos nuevos vientos también afectarán la vida de
Méndez, que, dicho sea, tiene todo para jubilarse y llevar una vida tranquila,
muy ajena a sus andadas nocturnas por los barrios más peligrosos de Barcelona. Sin
embargo, él es un policía a la vieja usanza, un hombre que cree en la mística
de la justicia, por eso, ni siquiera el supuesto premio que se le ha dado en
los núcleos de vigilancia de playas hará que tramite sus documentos de
jubilación.
En este trabajo de verano y cuerpos
semidesnudos, lo único que debe hacer es reportar, nada más. Para su comodidad,
establece su oficina en el bar Can 60, en donde tiene los adminículos
necesarios para ejercer sin contratiempos su labor: cervezas y cigarros. Por
otra, para él las mejores fuentes de información siempre llegarán a los bares. En
el Can 60 tiene una mesa estratégica que le ofrece un panorama privilegiado de
los veraneantes en las playas, pero de todos ellos solo una mujer llama su
atención, y no por el hecho de tomar sol en topless, ni mucho menos por las turgentes
carnes de sus piernas, ni por los ríos de agua helada que resbalan por el
canalillo de entre sus poderosos pechos, sino por el aura de fortísimo carácter
que proyecta su rostro. No es para menos. Esta mujer es la juez Olvido Montal,
quien aparte de sacar provecho de su apartamento frente al mar, es la encargada
jurídica de velar la herencia de Óscar Bassegoda, quien en vida fue un
influyente y acaudalado empresario.
Cierta tarde, la juez Olvido, luego de
tostar su piel en la playa, encuentra en su apartamento el pecho de una niña.
Como es de esperarse, la juez se conmociona, le es imposible mantener templanza
ante un suceso como este, pese que a lo largo de su carrera no pocas veces ha
tenido que hurgar en asesinatos.
Aprovechando el hallazgo del pecho de la
niña, Méndez no demora en flirtear con la jueza. Las investigaciones siguen su
proceso y muchas hipótesis se tejen alrededor del pecho encontrado. Cierta
tarde, Olvido le pide a Méndez que la acompañe a una de las propiedades vacías
de Bassegoda, puesto que desea mostrarle uno de los cuadros del empresario.
Dicho cuadro sí sorprende a Méndez, el cual se inspira en Nuria Bassegoda,
hermana del difunto empresario, a la que le falta, vaya coincidencia, un pecho.
La fortuna de Bassegoda tiene cuatro
herederos: Blanca Bassegoda (su hija), Eduardo Contreras (su yerno), Dani Ponce
(primo y ex amante de Blanca) y Carlos Bey, el elegido a repartir el dineral
entre los más necesitados.
A primera impresión, resulta nula la
relación que pueda existir entre el pecho de la niña y la carencia de pecho de
la mujer del cuadro, pero no por nada Méndez ha sabido desarrollar una acuciosa
mirada que le permite detectar huellas/indicios en la confluencia de sangre,
dinero y sexo. Sangre, dinero y sexo, para el viejo zorro, no pueden ser
asumidos como hechos aislados, sino más bien como una coraza/trampa que esconde
un “algo más”.
Méndez ata cabos, reúne información en
las que aparecen ciertos personajes: un ex boxeador, y amigo suyo, que acaba de
salir de la cárcel, a quien se le ofrece el trabajito de ser el guardaespaldas
de una millonaria que desea librarse de los enfermizos acosos de su ex esposo;
un periodista irresponsable que lo sabe todo y que le mantiene al corriente de las
idas y vueltas que rodean a los beneficiados, directos e indirectos, de la
herencia de Bassegoda; el dueño de una galería de arte a quien chantajea con su
pasado delictivo a condición de que le brinde ayuda…
Crónica
sentimental en rojo,
del barcelonés Francisco González Ledesma, es una excelente novela negra. GL no
la hace difícil, respeta el canon del policial y por respetarlo es que sostiene
su novela en más de 300 páginas gracias a la excelente configuración moral de
sus personajes. Toda novela negra yace en los personajes, no en el crimen, ni
en el enigma. El aliento de la novela policial se nutre de la interrelación
entre los personajes. Destaquemos también el corrosivo humor que destila Méndez
en cada una de sus interpelaciones, casi siempre guiadas por sus inquietudes/traumas
personales, las mismas que lo han ayudado a mantenerse por muchos años en un
oficio que ama y odia a la vez: ¿por qué la gente actúa así?, ¿por qué pasan
estas cosas?
Esta obra maestra del policial
contemporáneo ganó en 1984 el Premio Planeta de Novela. Y para la gran mayoría
de españoles en fase cinco y seis, GL es una referencia ineludible. Te explico:
durante el franquismo, GL escribió para
la editorial Bruguera cientos de novelas de bolsillo, puras cowboyadas, bajo el
seudónimo de Silver Kane. Las escribía a razón de una por semana. Bajo ese
ritmo entregó poco más de quinientos títulos, los cuales se vendían en todos
los quioscos de España. Se deduce, entonces, que de joven GL era muy prolífico,
al punto que en cierta ocasión Alejandro Jodorowsky lo definió como “El Lope de
Vega del Siglo XX”. Ahora, en sus contados momentos libres, GL depositaba sus
energías en la escritura de las novelas “de verdad”, como Crónica.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal