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En los últimos días he estado inmerso en
un par de textos que me han dejado al borde de la sequía mental, al menos eso
es lo que suponía hasta hoy en la mañana, luego de un sueño profundo, a pesar
de la pesadilla críptica que hizo que me despertara de sopetón a las cinco de
la madrugada.
Me desperté con un fuerte dolor de
cabeza. Eran las nueve de la mañana y debía alistarme para ir a la librería.
Pero cometo el error/acierto de revisar mi bandeja de Face, en donde me
preguntan si puedo escribir dos textos más, peticiones que acepto y que pienso
planificar con el suficiente tiempo, es decir, en teoría, tenerlos listos una
semana antes de su fecha de entrega. Me sorprende planificar, porque siempre he
sido muy cumplido, pero a veces los viajes te desordenan, hacen que te
desconectes, peor aún si tienes la costumbre de no usar agenda, y más allá de
los contratiempos, sigo en mi idea de no usarlas, de lo contrario sería mi fin,
una especie de muerte en vida.
Ahora, me gustó de lo que escribí en ambos textos.
En uno de ellos abordaba la película Joe
de David Gordon Green. Película seca, de ritmo lento, pero con hechizo de sobra
que nos brinda la que quizá sea la mejor actuación de Nicolas Cage en su
carrera, actuación que nos hace olvidar sus vergonzantes deslices comerciales
que le hemos visto últimamente.
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