viernes, septiembre 05, 2014

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Abro los ojos. 
No siento la pesadez de los días anteriores. 
Creo que he dormido más de nueve horas seguidas. 
No siento esa picadura en los ojos. 
Cojo un libro, el que sea que alcance mi mano. 
Tengo ante mí a uno de los autores más letales de la segunda mitad del Siglo XX. 
Así es, y me siento mal porque creo que pocas veces he escrito sobre Thomas Bernhard. 
Desde hace unos días releo (picando) El sobrino de Wittgenstein, una novela semiautobiográfica, aunque tratándose de este autor, lo de semiautobiográfica no sería más que una sinrazón. 
Cuando estudiaba Lenguas Modernas en la Ricardo Palma, una amiga que estudiaba alemán en el Goethe Institut, como para reforzar las maratónicas clases de alemán de la universidad, me habló de la biblioteca del instituto. Aunque no era muy grande, ella suponía que sí podía interesarme. Entonces, fui a ver esa biblioteca y, aunque no tiene mi fidelidad y cariño que le tengo a la del Centro Cultural de España, comencé a frecuentarla; en primer lugar porque sí encontré libros que me interesaban, y en segundo lugar, e indudablemente bajo un ánimo frívolo, por la bibliotecaria lamada Julissa, que durante algunos meses fue mi amor platónico. 
En esa biblioteca empecé a leer a Bernhard. Devoré todos sus títulos, no exagero si digo que leí toda su obra en el curso de una semana. En esa época era toda una bestia para leer, mi capacidad de concentración era única, literalmente no me desprendía de lo que leía. 
Y ahora que me reencuentro con Bernhard, reencuentro signado por mi alma quebrada desde hace algunos días, sigo experimentando lo que experimentaba cuando lo leía hacía años: una suerte de purga existencial, purga llevada por una mirada y un aliento por demás podridos, ni hablar del estilo, en apariencia transparente, pero en esencia oscuro. Una visión de la vida contemporánea, en todo su fatalismo, solo la he podido percibir en el mundo de este autor austriaco. 

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

O sea, durante aquella semana leíste toda su obra... EN ALEMÁN?

8:24 p.m.  
Blogger Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

nunca dije que lo leí en alemán, estimado anónimo.
saludos
G

12:55 a.m.  

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