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Los días avanzan. Estamos muy cerca del
domingo 5 de octubre. Ese domingo se sabrá quiénes serán los mandamases
municipales y presidentes de los gobiernos regionales del país.
Más de un amigo me comenta de sus
candidatos preferidos y la verdad que el tema me aburre, cada vez que escucho
de política, del Corredor Azul, de Melcochita, de Comunicore, me aferro a la
primera distracción pasajera, sin importar en el lugar que me encuentre, es
decir, concentro mi mirada en la insinuación de una tanga en una malla
ajustada, contemplando los pliegues de muslos y glúteos generosos en carnes.
Así es, mientras otros hablan de
política y candidatos, yo me dedico a valorar la incuestionable belleza de las
limeñas, sea de las tranquilas, sea de las salvajes. Es que la limeña tiene encanto
demoledor y de este encanto demoledor he tardado mucho tiempo en darme cuenta. Las
limeñas son guerreras en esencia, autosuficientes, independientes. No me
interesan los estereotipos que se han creado de ellas, estereotipos provenientes
del más rancio y afeminado de los machismos. Las limeñas cada día me sorprenden
y me sorprenden para bien, y recién me doy cuenta de ello (todo indica que me
estoy dando cuenta de muchas cosas después de mucho tiempo), pero no me quiero
lamentar, sino vivir el presente, el presente que me deparan las mujeres
limeñas, porque qué sería para mí esta ciudad sin sus mujeres. Es que a este
Blogger siempre le van a gustar las mujeres con carácter y vale decir que en
esta ciudad las hay por cientos de miles.
Por eso, cada vez que me hablan de
política y de las próximas elecciones, hago que presto atención, pero mi mente
está en otra cosa, pensando en una mujer, y mis ojos fijos en una mujer que
hace sonar sus tacos, a propósito, pero caminando seguro. Pero no faltan los
que me insisten, aquellos espesos que me piden otro post sobre la Villarán, por
ejemplo, y lo que digo al respecto es que lo que tenía que decir ya lo dije en
su momento y en lo personal no me gusta malgastar pólvora en gallinazo, en
cadáveres políticos que tienen lo que merecen, o sea, qué más puedo decir de
esa señora ineficiente, mentirosa y racista. Nada pues.
Ahora, muy dentro de mí espero que cada
limeña y limeño se rebele el 5 de octubre. Que haga lo que haré ese día, que me
la pasaré durmiendo y escuchando música y a lo mejor viendo una maratón de
películas. Así es, querido lector ocasional, aprovecha el tiempo, que al final
79 soles te los puedes gastar en cualquier vanidad de la vida.
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