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Termina el conversatorio con Marco
García Falcón sobre su novela Un olvidado
asombro y la narrativa peruana última.
Ha sido una velada muy emotiva y
enriquecedora. Y no niego que me sentí raro en un ambiente tan solemne como el
de la librería Communitas.
En este tipo de conversas, uno se la
lleva fácil, en el buen sentido de la palabra. Siempre he tenido la suerte de
toparme con autores que manejen un buen discurso, tanto en lo literario como en
lo intelectual.
En esa conversa hablamos de muchas
cosas, siendo una de ellas la de su silencio literario, silencio literario que
muy pocas veces he visto en los últimos exponentes de la narrativa peruana.
Al menos para mí, García Falcón
pertenece a esa estirpe de narradores a lo Loayza, a lo Prochazca, si hablamos
de voces locales; cada quien, pues, con una característica peculiar, pero
siempre en el límite del silencio, viendo el discurrir de la fiesta literaria
desde dentro pero en una esquina, pero su observación es una observación
asentada en el detalle, detalle que con el tiempo se convertirá en materia
literaria.
Si a este silencio sumamos la
legitimidad. Puesto que legitimidad es lo que le viene faltando a la narrativa
peruana, y desde hace varios años.
Me explico: hablamos de silencio, pero
también de un reconocimiento paulatino que no viene de la gran prensa, cosa que
el autor conoce porque también ha sido saludado por la prensa, sino del lector
de a pie, tanto del que lee con frecuencia como del que no, es decir, me
refiero al tan llamado “boca a boca”, “boca y oreja”, ese lector que no hace
suya las mentiras y medias verdades de la logística publicitaria, sino que
juzga con más dureza que el más temido crítico literario, que asume el
comentario de un libro como si se tratara de un ajuste de cuentas.
Por eso, sea en este espacio, en un
conversatorio, o a cualquiera que me pida una recomendación, no dudo en decir
que lo mejor que le ha pasado a la narrativa peruana de los últimos años es la
publicación de Un olvidado asombro,
una novela completa, que ante todo transmite, novela cuyos personajes exhiben
cariño, amor y también mucho rencor, novela estructurada en una compleja
sencillez capaz de escuelear, en especial a aquellos acróbatas del verbo que
viven la patraña de que solo lo difícil es original. Una novela como esta nos
hace mucho bien: vuelve a nuestra tradición para enriquecerla en su presente y
seguramente en su futuro.
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