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Abro la librería, algo cansado, con la idea de tomarme varios días fuera de la librería. La experiencia me enseña sobre la importancia del descanso, que, dicho sea, cada vez que lo hablo con otras personas, me dicen que busco pretextos para no hacer nada, con el único objetivo de leer y dormir, cosa que es absolutamente cierta.

Mientras pienso en los días libres que tomaré, en vistas de la participación de Selecta en la Feria del Libro Ricardo Palma (ni hablar de la Feria de Chimbote, a la que iré solo) prendo un cigarro y me sumerjo en las páginas de una novela que leo sin apuros, abocado pues a saborear la prosa del gran Joseph Roth en El peso falso.

Prendo la radio y sintonizo la estación radial de los taxistas, Radio Mágica. Suena ELO seguido de The Beach Boys.

Avanzo en la lectura, preguntándome por qué he dejado perdido tiempo en acercarme a esta novelita de Roth. Pero no vale lamentarse, solo disfrutar el momento de este presente en la experiencia de la lectura.

En esas voy, botando humo y leyendo, cuando recibo la inesperada visita de Juan Morillo Ganoza y Georgina, quienes este mismo día regresan a China luego de algunas semanas de actividades literarias.

Morillo Ganoza no me conoce de nada, pero yo sí, porque lo leo desde hace mucho tiempo. Entonces me presento y nos ponemos a hablar de libros y del grupo Narración, del cual formó parte. Lo que parece ser una cordial conversación, se convierte en un intercambio de afectos sobre lo que verdaderamente nos debe importar de la literatura. En su laconismo, este escritor transmite mucho. Y no me incomoda, lo suyo no es el balconazo literario. Supongo que guarda todas sus fuerzas verbales para las gigantescas novelas que escribe y que cuando se publican no dejan de ser saludadas por la crítica.

Mis inesperados visitantes se retiran y dejan en la librería una atmósfera de paz, quizá una de aliento oriental. Bueno, tantos años viviendo en China no deben pasarse por alto. Y sé que esa paz no durará mucho, que más temprano que tarde desaparecerá de la misma forma en que llegó. Entonces me aúno a esa paz, a esa extraña pero mágica tranquilidad que bien vale la pena aprovechar.