188
Desde hace un tiempo me vienen haciendo
una pregunta recurrente, sean periodistas, narradores y fugaces interesados.
El tema, en lo personal, me deja sin
cuidado, no me importa en lo más mínimo, a lo mejor por la realidad que me
tiene sin publicar desde hace diez años, aunque si publicara con la frecuencia
de los otros, a lo mejor tendría esa inquietud que la presencio más en los días
de feria, pero sería una inquietud controlada, digamos madura.
La inquietud sobrepasa el mero
entendimiento, no conoce estrato social ni nivel cultural, es una inquietud que
tiene que ver con el ego del escritor, con aquello que representa, para mal, el
acicate que lo lleva a embarcarse en una empresa literaria que no les asegurará
el éxito, ni inmediato ni a largo plazo.
Antes me molestaba, ahora solo me
conmueve.
Es preferible reírse a llorar. Algo pues
anda mal en el chip de muchos escritores peruanos, y pienso que el fenómeno
también es el mismo en otros contextos.
La pregunta/inquietud: “¿se vende mi
libro?”
Formular esa pregunta ablanda hasta al
más matón de los literatos locales. Nuestros queridos matasietes son nada ante
esta inquietud.
De cuando en cuando preguntan cómo van
las ventas de sus libros, preguntan directamente o mandan a alguien a hacer esa
labor, peor si han pagado por su edición.
Los que han publicado en sellos grandes
tampoco se salvan de la inquietud. Quieren saber cómo les va, para ellos la
continuidad en el sello está en las ventas y no en la calidad literaria.
Ambos casos me resultan graciosos. He
visto al más pintado sufrir la indiferencia del lector, como también a aquel
que empieza en estas lides, cuyo rostro se va endureciendo de rencor a medida
que pasan los días, semanas, meses y años.
Claro, lo más sano es dedicarse a leer,
escribir, tirar, escuchar música, beber, ver buen cine, asistir al teatro, en
fin, dedicarse a vivir, solo eso, a vivir.
Conozco escritores, que aprecio,
preocupados por las ventas, pero también sé que no se hacen un mundo si sus libros
se venden o no. Si hoy no se vende tu libro, mañana sí, quizá en veinte años
algún lector sabrá reconocer el talento. Eso es lo paja que tiene la
literatura, o mejor dicho, una de las cosas pajas que tiene.
Lo que sí me jode es la mentira. Me jode
en principio pero luego esa cólera se convierte en lo que es: una cólera fugaz.
Causa ternura ver los ejemplares
amontonados, durante años, de aquellos escritores que cada seis meses nos revientan
el mail y el Inbox anunciando que han agotado los ejemplares de su libro,
cuando lo real es que muchos de esos ejemplares yacen escondidos en cajas y que
seguirán escondidos en cajas, reflejando un doble deseo de sus autores: quieren
que sigan escondidos en cajas y así sustentar su éxito, como también el deseo
de que esos ejemplares no pasen por el ojo de un vendedor malévolo que los
coloque en la sección de saldos o los oferte en un 2 X 1.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal