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Ayer fue un día muy especial, puesto que
sucedieron algunas cosas que hicieron que el día sea más liviano a pesar de las
cosas que tenía que hacer, con mayor razón cuando te enteras de que vas a estar
solo casi todo el día. Debía mantener la concentración, fumar lo menos posible
y ponerle buena onda a la situación.
En los ratos libres, tiempo muerto que
llamo y que debes aprovechar en lugar de estar hueveando, me pongo a perfilar
los conceptos, al menos tres, que usaré sobre una novela del escritor boliviano
Rodrigo Hasbún, novela que leí hace varios meses y que he vuelto a leer un par
de semanas atrás. Le comenté de la novela a un pata atento a la nueva narrativa
latinoamericana y su pregunta me sorprendió puesto que él sabe cómo pienso,
pero tampoco me hice problemas, porque para eso están los buenos patas, para
sorprenderte, no importa si lo que te dicen te genera cierta incomodidad. Lo
miré fijamente y le dije que yo leo libros, no personas. Claro, su pregunta no
iba por Hasbún, quien no debe tener la más mínima idea de quién es este
blogger, sino por sus editores.
Lo cierto es que cada vez que comento un
libro, en lo último que pienso es en los autores y los editores. Si el autor
fuera Canebo y si el libro es bueno, pues no tengo problemas en destacar sus
alcances narrativos. Si uno de los editores fuera un rehuevonazo que pierde el
tiempo hablando sobre mí a mis contactos de Face, igual, comento el libro si es
que el libro el merece ser comentado.
El problema, estimado, le dije a mi
pata, es que estamos perdiendo ese primer amor por la literatura, que no es más
que el gusto por la lectura limpia que nos lleva a más de una gratificante
impresión que nos dejan pues los buenos libros. Al respecto, nunca han dejado
de existir lecturas paralelas que alimentan el aliento crítico, así este
aliento sea el más impresionista. Por eso, hay que saber detectar esa tara y no
prestarse a ese juego sucio que siempre ha existido y que lamentablemente seguirá
existiendo. No prestarte a esa tara no te asegura que tu comentario/reseña sea
bueno, pero sí honesto, frontal, que garantiza para el futuro el cambio de
opinión si es que te has equivocado al momento de comentar.
Mi pata se retiró y seguí en lo mío.
Sentía la tibia generosidad del sol y el raudo viento que vino después, a eso
de las seis de la tarde. Cerca de las ocho de la noche, tuve una impresión,
como si estuviera a nada de experimentar una epifanía, una sensación capaz de
avalar mis últimas acciones.
Horas después, en casa, sobre mi
escritorio había un sobre que mi mamá había encontrado en la tarde. En ese
sobre estaban algunos de mis dibujos de cuando era niño. Vi los dibujos y los
dibujos estaban muy buenos. Llamó mi atención mi destreza para los trazos, la
entrega que reflejaba en lo que dibujaba. Traté de recordar por qué dejé de
dibujar y me arrepentí de no haber seguido dibujando.
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