viernes, diciembre 12, 2014

201


Pasan los días y la temperatura va aumentando. Así es, lo que jode es la humedad, el calor es soportable, pero el punto en esta ciudad siempre ha sido la humedad. El verano, pues, se anuncia muy pegajoso.
No me hago problemas de nada. Pese a que no me gusta el calor, pocas veces me he quejado de él, y cuando lo he hecho, ha sido seguramente por la queja de los demás, que inevitablemente contagia.
Durante muchos años pasaba los veranos encerrado en casa, pero solo durante el día. Cuando salía a la calle, lo hacía a partir de las seis de la tarde. Aparte de tener un problema con el calor, de la misma manera que otros pueden tener problemas con el frío, se añade el hecho de mi piel, que me salió muy sensible. Desde que tengo uso de razón, la exposición ante el sol me deja ronchas en la cara. En este asunto poco o nada tiene que ver el color de la piel, como se pensaba y se sigue pensando por allí, erróneamente. Por eso, en los veranos de mi infancia me recuerdo con gorro, que solo me lo sacaba para nadar, porque desde niño me gustaba nada y nadaba bien, muy bien. Los profesores de natación más de una vez animaron a mis padres a que me dedicara a la natación de la manera constante, que no solo me limite a los programas de verano. Como mis padres siempre han sido personas que me preguntaban antes de tomar decisiones, no en todo me preguntaban, obviamente, les dije que la natación estaba bien para el verano, que no me veía nadando durante el invierno, por ejemplo. Durante los veranos de mi adolescencia me dediqué a otros deportes, como el basketball. Y me recuerdo también usando gorro. Aunque no era un gran jugador, sí tenía mis buenos momentos, al menos eso era lo que sentía cuando me venían a buscar para un partido y por las palmadas que me daban luego de algunas jugadas, o sea, tú sabes, aunque hagas alarde de una falsa modestia, que lo estás haciendo bien y que puedes percibir si los saludos son genuinos o que te los dicen por cumplir.
Entonces, se deduce de lo que recuerdo de los veranos son los deportes y los gorros. Desde hace años que no practico ningún deporte específico, aunque trato de ser más constante en salir a correr, porque correr me despeja la mente, porque lo hago por eso, para despejar la mente y no estar en buena forma física. Pues bien, llevo varios veranos usando más bloqueador de lo acostumbrado, también lo uso en invierno. No niego que usar bloqueador me incomodó más de lo que pensé que me iba a incomodar. Me tuve que acostumbrar a la mala, porque el calor, los rayos solares, no son los mismos de cuando era niño y adolescente.
Antes de estar en el proyecto de Selecta, la pasaba en casa traduciendo, traducía para una ONG, que felizmente no era de izquierda. Digamos que tenía poca vida social, pero leía mucho y trataba de escribir mucho. Además, me parecía el trabajo perfecto, en especial para los veranos. Estuvo bien un par de años pero el alma me pedía salir a flote, sentir los rayos solares, que ayudan a las sensibilidades depresivas. Entonces empecé a salir y quise hacer otra cosa, siempre y cuando me gustara, claro, porque soy de los que funcionan en la vida haciendo las cosas que le gustan. Pero en ese gusto también se presentan algunos sacrificios que asimilas, asimilas el calor, te malacostumbras a él, como también el abastecerte de bloqueador cada mes y medio, bloqueador que ayer buscaste por todas las farmacias de Lima, puteando, porque el bloqueador que usas estaba agotado. Busqué el bloqueador y cuando lo encontré, mi mejilla derecha exhibía un color rojizo oscuro, que lentamente se convertía en una combinación de marrón con negro.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Y qué marca de bloqueador usas? Yo estoy harto de los de a 25 soles que te dejan la cara como mimo. Se habla mucho de Eucerin, pero muy caro...

1:56 p.m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal