jueves, enero 08, 2015

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Me hablaban muy bien de la película Gone Girl de David Fincher. Y mejor aún de la novela de Flynn que la inspira.
Una especie de inevitable sentimiento posero impedía que me acercara a ver la versión cinematográfica. A esto, sumo el dato curioso de que me la recomendaban solo mujeres, amigas y conocidas que llegaron a mí con un inusitado entusiasmo, que plasmé en interés real todavía mucho tiempo después de la recomendación.
Aproveché que había llegado temprano a casa y me puse a verla en tranquilidad, puesto que luego de verla, haría las cosas que siempre hago entre las once de la noche y las dos de la madrugada. Me sorprendió esa tranquilidad, sin darme cuenta mantengo un método que me lleva a respetar un trabajo literario que siempre pende de un hilo, ya sea por las salidas, las llamadas de las amistades y cualquier frivolidad de la vida.
Cierta vez escuché, y no niego que cuando lo escuché acepté esa realidad de forma festiva, que estábamos en los años de las mujeres. En lo personal, confío y le tengo miedo a las mujeres cuando se proponen ser malvadas. Pero la mayoría de las veces esa maldad es motivada por la provocación de los hombres, que mal haríamos en subestimarlas. Puedes subestimar a quien quieras, pero no a una mujer. Quien subestime a una mujer no es menos que un Kamikaze.
Esta es una de las impresiones que me deja la película, o, mejor dicho, esta es la impresión que me depara Amy, la protagonista fatal que lleva al milímetro una venganza que no será para ella tal si no cumple cada uno de sus cometidos. Es decir, su venganza tiene que ser tal y como ella quiere que sea. El afán de destrucción es lo que la motiva, aquel es pues el conducto que la sobrepasa, pero a diferencia de otras antiheroínas, Amy lleva su empresa con estilo y suma inteligencia. No es presa de la ramplonería, sino más bien de la degustación de cada uno de sus actos. Gone Girl no es una obra maestra, pero sí una película que justifica el buen rato que uno pasa mirándola, una buena película que nos deja a una mujer fatal digna de recordar.

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