viernes, febrero 13, 2015

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Con el tiempo he llegado a la conclusión de que no hay cosa que deteste más que el autobombo, el mero hecho de que uno alardee de sus logros, y lo peor, que se le celebre por interés.
Al menos en el Face, lo veo a diario, y sé quién es quién en este mundo de zalamerías y sonrisas forzadas, sé quiénes son los que viven dependiendo de la aprobación de los demás. Vemos pues las peleas entre escritores, diciéndose de todo, poniendo de manifiesto la política del Like. Porque hay una política del Like, basta un clic para adherirte a la causa, para estar en paz con el narrador de moda o el orangután festivo que quiere dárselas de político rojo.
He llegado a una conclusión: el Face me asquea y he decido dejar que mi cuenta muera como una flor. La abandonaré y me dedicaré a revisar el Inbox, solo de cuando en cuando. Esta es una idea que venía barajando desde hace varias semanas y recién hoy decidí que mataré de a pocos la recurrencia de entrar al Face. Ojalá, espero, que algún día los contactos se den cuenta de que también pueden comunicarse conmigo a través de eso que llamamos mail, aunque se haya convertido en un medio tardío en respuesta.
Tomé esta decisión luego de escuchar una conversa de un editor en el Queirolo. 
Eran las once de la mañana y disfrutaba de un jugo de piña mientras anotaba, o esbozaba, los capítulos de un libro de ensayos que espero terminar en los próximos meses. Mientras hacía mi trabajo, pensaba en mi suerte, porque lo que voy a escribir va en onda con mi carácter, no tendré pues que guardarme nada, me aseguro de arranque no caer en lo políticamente correcto, como lamentablemente veo a más de un compañero generacional, muchos de ellos parte del proyecto antológico Disidentes. Es triste decirlo, pero muchos de mis Disidentes se han pasado al lado del lustrabotismo, de las alianzas estratégicas y la castración opinativa.
Estaba concentrado, afilando los capítulos, cuando me percato de la presencia de un par de narradores y un editor, muy conocidos, que siempre me tratan bien cada vez que me ven en algún bar, presentación o conferencia, al punto que me siento responsable de algunos de sus celebrados libros.
No me había percatado de su presencia, a lo mejor fue en un descuido de mi concentración lo que hizo que les prestara atención. Uno de ellos, el más impopular, que se las pega de editor y profesor universitario cuando en realidad es un vil estafador, con su Tablet en mano, posteando alguna de sus ocurrencias, llamaba mediante celular a amigos y conocidos. Estas llamadas venían motivadas bajo la más ridículas de las intenciones, la de pedir que pongan el Like a sus últimas entradas de Face, en donde funge de filósofo, editor responsable y para colmo de lector atento. Hablaba más fuerte de lo que se suele hablar por celular, entonces me di cuenta de que quería captar mi atención.
Terminaba mi jugo de piña y también de hacer el borrador del índice, que para mi felicidad, no tenía muchos puntos a desarrollar. Al acabar, me puse de pie y volteé ni bien me llamó. Lo saludé como suelo saludar a las cucarachas y me retiré. El día empezaba.

3 Comentarios:

Blogger Cassionei Petry dijo...

Me comunico con usted acá.

3:32 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Yo también hice los mismo hace poco más de un mes. Pretendía tener esa cuenta a manera de periódico. Después de un tiempo vi que 4 ó 5 personajes eran las pastores del rebaño. Algunos por algún merecido merito, claro; muchas veces muy informados, claro. Creí que sería algo desestresante ver cómo iban las cosas en literatura... De ahí vi que las comparsas, creyendo que dando like o escribiéndoles: "me lo robo!!!", "completamente de acuerdo!", "Bien dicho!", o algunas veces argumentado lo contrario expuesto por el jefe de manada para después ceder al peso de las inteligencias e ironías de estos pastores, van a llegar a ser algo así como "sus amigos", o donde parece que el gran mérito de estos comentaristas no es ni siquiera el de conocerlos, sino solo dar por sentado que existen dentro de toda la maquinaria del mundito virtual literario. Si el ego de Faverón o de Yrigoyen (por ejm.) se ven satisfechos por ser leídos, bien. A mí me preocupa la capacidad de los comentaristas. Me da miedo, me da pena. Me estresó. Lamentablemente en mi vida con cuenta de FB no me refocilé con alguna pelea del tipo "Puerto el hueco" y demás. Chauu.

8:19 p.m.  
Blogger Unknown dijo...

Cómo sueles saludar a las cucharachas?, a lo mejor puedo entablar conversa con Gregorio Samsa.

2:54 a.m.  

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