"juntos y solos"
A la fecha el narrador chileno Alberto
Fuguet es una de las voces que más ha calado en las nuevas camadas de
escritores y lectores latinoamericanos. En su haber tenemos más de un título
que bien ha contribuido en la gestación de más de una poética. O sea, hablamos
de un autor con hijos sin firmar y eso, bajo todo punto de vista, lo consiguen,
sin buscarlo, contados. Añadamos también que su referencialidad ha tenido un
largo camino en pos de la legitimidad, debido pues a los no pocos prejuicios
que desde sus inicios ha suscitado su obra.
No hablamos de un escritor marginal.
Nadie más alejado de la marginalidad que este autor que siempre ha captado la
atención de los seguidores de la narrativa latinoamericana contemporánea, y no
siempre esa atención ha sido para bien. Ocurre que con Fuguet no caben los
términos medios: o se le admira o se le desprecia. Las tibiezas opinativas no
sirven de nada para hablar de sus libros. Así de cruda es su realidad, pero es
en esa crudeza, no pocas veces propiciada por los celadores literarios, en la
que encuentra su posicionamiento, la nula indiferencia que genera cada nuevo
libro suyo.
Esa nula indiferencia y esa polarización
valorativa es lo que no le permite envejecer.
Pues bien, desde fines del año pasado
circula un nuevo libro suyo, aunque de nuevo no tiene nada, porque estamos
hablando de una “antología arbitraria”, seleccionada y prologada por el
escritor boliviano Edmundo Paz Soldán, que nos brinda una magnífica oportunidad
para adentrarnos en el convulsionado universo de Fuguet por medio de un
recorrido exhaustivo de su obra. Es decir, Paz Soldán nos lleva a la distancias
cortas del chileno, cosa que de esta manera el lector puede hacerse una idea de
lo que motiva esta obra que bien puede jactarse de esconder más de una
resonancia que haríamos bien en ubicar, sea en un fragmento, una descripción,
en una frase, en un diálogo.
Juntos
y solos
(Ediciones UDP, 2014) alardea de un extraño y mágico poder. A esta antología la
podríamos señalar como un tributo a aquello que llamamos arte de narrar. Porque
eso es lo que encontramos en esta selección (no me atrevería a decir de
relatos): narración en estado de gracia, conformadas por piezas narrativas que
nos refuerzan una certeza que muchos colegas y enemigos de Fuguet quisieran
exhibir: la capacidad de tener algo que decir.
Relatos y piezas narrativas como “La
verdad o las consecuencias”, “Más estrellas que en el cielo”, “Los muertos
vivos”, “IMBD”, “Prueba de aptitud”, “Dos horas”, “Cinéfilos” y “Nosotros” nos
muestran en bandeja dos vías de entrada: la primera, una radiografía de lo que
sostiene la obra de Fuguet, su voluntad narrativa, tanto en calidad de escritor
y director de cine. Es decir, el quiebre de los registros narrativos. La
segunda, la transmisión que debería significar el simple acto de contar una
historia, con personajes a los que les es imposible olvidar lo que darían todo
por olvidar. En este sentido, Paz Soldán ha dado en el clavo ya que en muchos
de los textos seleccionados percibimos la marca de agua de Fuguet: el conflicto
de sus personajes, su quiebre emocional que puede remontarse a la infancia, la
juventud, o en ese conflicto que los acompaña como una atadura natural que los
obliga a sobrevivir en un mundo del que no se sienten parte y del que huyen sin
saber cómo.
…
Publicado en Siglo XXI
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