lunes, febrero 23, 2015

JDT

Por medio de un artículo de Alonso Cueto, en La República, me entero del fallecimiento de la narradora peruana Julie de Trazegnies, autora del libro Maldita sea (Planeta, 2008). 
Me es imposible no dejar de sentir pena, una pena que bien puede ser profunda, tratándose de una persona joven y de quien tenía un buen concepto pese a que no éramos amigos, y a quien solo vi en persona una sola vez, en el 2012, en un evento realizado por el Centro Cultural de España de Lima. En ese evento, si mal no recuerdo, se abordó la narrativa peruana escrita por mujeres y participé en él a razón de Disidentes 1, mi antología de narradoras peruanas que aparecieron a partir del 2000, antología en la que incluí un cuento de Julie, “La espera”. 
Sin duda, la mejor manera de recordar a los escritores, a los buenos, es leyendo sus libros. No sé si a la fecha pueda encontrarse Maldita sea, puesto que le fue muy bien en ventas, a pesar de no tener las suficientes reseñas que sí merecía. Pero bien vale el esfuerzo de buscarlo, sus cuentos irradian más de una epifanía y, en lo personal, me hacen barajar la idea de que la autora no solo escribía bajo fines estéticos, sino también como una manera de luchar contra el dolor. Varios cuentos suyos exhiben un oscuro poder de remecernos, algo que no me sorprende, porque lo suyo era narrar, transmitir, y para ello no dudaba en dejar la piel, el alma y el corazón en lo que escribía. 
Tuve también la oportunidad de hacerle una entrevista. Me gustaría que la puedan leer, cosa que así tendrán una idea de qué iba su poética, y se animen a leer Maldita sea.

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