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Lo que no pensaba que pudiera ocurrir,
ocurre. Mi cuerpo y mi mente se han acostumbrado al calor. Hago cuenta que vivo
en un país tropical, no me queda otra. En el trayecto al stand de Selecta en La
Católica, ingreso a un restaurante y pido una Coca cola helada. De mi mochila
saco la última edición de Etiqueta Negra y me pongo a leer el perfil que me
recomendaron, sobre la bailarina de ballet Misty Copeland.
Extraño las épocas en las que bastaba
preguntarle al mozo o a la mesera si
podía fumar. Casi siempre me decían que sí. Pero ahora las reglas han cambiado,
así no haya gente en los lugares públicos, está prohibido fumar.
Leyes idiotas, a fin de cuentas. Leyes
idiotas como esa ley contra el acoso callejero. Nos estamos llenando de
mandatos idiotas y de gente idiota que honra esas leyes idiotas.
No me hago problemas. Llamo a la mesera.
Son las once de la mañana. Le sonrío y le hablo bonito, le digo que voy a
fumar, que si hay algún problema, yo me encargo de resolverlo.
Efectivamente, no hay nadie en el
restaurante y prendo el primer cigarro en cinco horas. Las volutas se pierden
en la imagen de Copeland.
Qué especiales son las bailarinas de
ballet. Por lo que leo del perfil de Santiago Wills, intuyo que este tipo de
mujeres entregadas a los sacrificios del cuerpo son personas de determinaciones
férreas, como si la duda no tuviera espacio en el mundo de sus decisiones.
Copeland y todas las bailarinas de
ballet son mujeres de temer. Pero también son necesarias.
Por cierto, nunca he sido muy adepto del
ballet, pero siempre me han llamado la atención las mujeres que sacrifican su
cuerpo, su cotidianidad en pos de la belleza en movimiento.
Cualquier mujer no puede dedicarse al
ballet. Eso lo tengo muy claro.
Las volutas siguen perdiéndose en el
aire y estrellándose en las páginas de la revista. Percibo que le mesera me
mira, muy asustada. Si su jefe descubre que estoy fumando, de nada servirán mis
disculpas. La puteará y, dependiendo de su reacción, hasta podría despedirla. Entonces,
no me hago problemas, y no quiero que la mesera tenga problemas. Llevo el
cigarro a la mitad y lo dejo caer en lo que queda de la Coca cola.
Pago la gaseosa en caja. El dueño tiene
cara de pocos amigos y de ninguna mujer. Se ve que es un tipo resentido con la
vida. Sobre la mesa que ocupaba, dejo una propina, que para lo que consumí,
resulta generosa.
6 Comentarios:
Parecen frágiles, pero son de temer. Y te pueden dejar sin aire, si presionan fuertemente tu torso entre sus piernas.
No seas cojudo, Ortega. La ley sobre la prohibición de fumar es necesaria para la mayoría de personas -que serán idiotas en muchas cosas pero no tan idiotas para matarse fumando-. Lo tuyo es una enfermedad, adquiriste una necesidad bioquímica de mierda y probablemente tu muerte estará relacionada a esa huevada. Tu problema pe. ¿osea que una ley debe dejar de regirse porque don fumón está solo en el restaurante?¿y qué pasa si viene una familia y una persona a comer?¿el lugar abre solamente para tí, huevonazo? ¿Osea la leyes y el mundo gira según tu modo de vida? la vida no se detiene y vuelve a empezar cuando más te convenga, cojudito. Así funcionan casi todas las leyes, mi estimado. Lo digo en buena onda. No creas que uso palabras fuertes. Te escribo para hacerte saber que te equivocas. Tu adicción afectó a la labor de la mesera. Probablemente sea un pequeño ejemplo de un problema mayor. Hay familias que se joden por esa droga y el huevonazo principal no se da cuenta hasta que está en el pozo. No la jodas más. Fuma. Ok, pero en lugares donde no importen. Saludos.
aunque no lo creí, varias veces me han dicho que este blog no tiene lectores, tiene hinchas.
quieren un ejemplo? el "anónimo" que me antecede.
saludos.
G
No creo ser tu hincha pero da igual. Te leo hace un tiempo. Normalmente dejo pasar cuando sueltas una webada pero el tema del cigarro es muy importante para mí, Ortega. Todo con buena onda, claro.
Recuerda: el mundo no se detiene y empieza cuando te guste. No jodas la vida a las pobres meseras malpagadas. respeta la ley. No te hagas el cojudito ;)
Saludos
Muy bueno el artículo que aparece en Etiqueta negra, sobre esa gran bailarina. Esperemos ver también en nuestro país una prima ballerina afroperuana. Saludos.
Estas mujeres encuentran el placer en la laceración y son de una belleza que atormenta.
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