domingo, mayo 03, 2015

286

El sábado en la noche visité a mi sobrina después de algunas semanas. Gianella ha crecido mucho, me llega a la altura del pómulo, lo que refleja una talla más allá de lo normal para una niña de trece años. 
La vi y le gustó el libro que le regalé y que le prometí que le compraría hacía un par de semanas. 
Cuando llegué a su barrio en Chorrilos, y mientras tocaba en el intercomunicador, ella estaba sentada en un banco del parque ubicado frente a su casa, conversando con un amigo de su colegio, un japonés que a las justas habla castellano. Gianella me pasó la voz y me abrazó, me dijo que su papá acababa de llegar de viaje, algo que me gustó escuchar puesto que desde hacía más de un mes no veía a mi hermano. 
Gianella me alcanzaría en diez minutos. 
Subí al cuarto piso y vi a mi hermano, que estaba más delgado de cuando lo vi la última vez, lo cual está muy bien, puesto que el sobrepeso es el verdadero peligro de la salud. 
Nos pusimos a conversar y me olvidé de la intención que me había llevado a su casa, que era entregar solamente el libro prometido a mi sobrina. Pero como suele ocurrir con los encuentros inesperados, José Carlos, mi cuñada Vanessa y yo empezamos a hablar y a recordar anécdotas de colegio, porque da la casualidad de que los tres estudiamos en el mismo colegio. 
Vimos también la tan promocionada pelea de box, vendida como la Pelea del Siglo, que me resultó aburrida, una pelea en que los boxeadores peleaban como si se estuvieran cuidando el cuerpo, de la misma manera en que lo hacen algunos futbolistas peruanos al cuidar sus piernas en vistas de un suculento contrato. 
Las peleas de box, las que son gloriosas y con épica, las veía en mi adolescencia, en flojas transmisiones mientras escuchaba a los que saben hablar de Sugar Ray Leonard y “Mano de piedra” Durán, ni hablar cuando los que saben recordaban las peleas de Alí, Foreman y Frazier. 
Esas sí eran peleas, no esta clase de espectáculos en que se nos vende el margen, lo accesorio, lo olvidable, como para tapar la pobreza de su centro, que en el caso de este deporte, es la pelea como tal. 
Lo que vimos el sábado estuvo hasta las huevas.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal