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Era un día normal. Yesenia escuchaba
música y yo pasaba al Excel las últimas ventas del día. Le comentaba que si
teníamos tiempo, podíamos ir en la noche a ver Mad Max: Furia en el camino. Si hay una película que me gustaría ver,
esa sería, sin duda alguna, la de George Miller.
Ha pasado mucho tiempo para que me
interese en un estreno de temporada. Por lo general, no suelo ser presa de
estos arranques, pero las ansias por ver a Charlize Theron, quizá la Actriz (en
mayúscula) que viene manteniendo una apreciable regularidad histriónica digna
de admirar, puede más, al punto que ella es la que me impulsa a ver la película
en cuestión. Todas las críticas la señalan como la responsable del éxito de la misma.
No recuerdo bien, pero hace tiempo
escribí algo sobre la ausencia de actrices totales en el cine de hoy. No me
equivocaba esa vez, pero cometí el yerro de no tener presente a la sudafricana.
No sé por qué, pero la olvidé, algo que me sucede ahora con mayor frecuencia,
que olvido lo que es importante, axial, perdiéndome en frívolos devaneos de la
memoria.
En esas iba, decidiendo si íbamos al
cine o no. Cuando me disponía a hablar de esta posibilidad, recibimos la visita
de Víctor, un amigo y lector de Selecta.
Noté a Víctor más nervioso que en otras
ocasiones, aunque esto lo de “nervioso” es un decir, ya que bien puedo decir de
él que es un hombre tímido. Víctor me pregunta por algunos libros de Kerouac y
le hablo de Viajero solitario, que
leí hace algunos meses. Me pregunta también por otros autores y le hablo de los
que más me han gustado.
La conversa transcurría en un ritmo
pausado, como si Víctor esperara el momento indicado para decirme algo, algo
que terminó siendo una buena noticia, puesto que de su mochila sacó un libro,
su libro, su novela breve Color imposible.
No sé si llamarlo suerte, pero me
alegra, me ordena el día, cada vez que suceden cosas como estas, en las que un
narrador me entrega su libro, en especial cuando se trata de un primer libro de
narrativa, aunque en el caso de Víctor, él ya ha publicado algo de poesía.
Últimamente soy presa de una sana disposición por los primeros libros de
narrativa, ya que comienzas a descubrir los entresijos de una voz que va
encontrando su camino, una honestidad que va abriéndose paso, encontrando su
rumbo. En esa búsqueda de la voz, percibo un hechizo verdadero, una honestidad
que terminas agradeciendo.
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