316
He venido varias veces a Arequipa, pero
en las ocasiones en las que he permanecido más tiempo, se ha debido a mi
participación en ferias de libros, experiencia que me permite conocer la ciudad
de un modo en que deben conocerse las ciudades, en su día a día y en la
interacción con las personas en su desmaquillada expresión.
Ayer en la tarde, por ejemplo, las cosas
en la Plaza de Armas estuvieron a nada de salirse de control. Puedo entender
los reclamos y protestas contra la minería, pero también pude ser testigo de lo
que al respecto piensa otra facción de la ciudad sobre los proyectos mineros.
Me preguntaba, mientras me alistaba para una posible acción a tomar si es que
las cosas se calentaban más de lo debido, en cómo era posible que no existiera
un diálogo, pero uno que significara un genuino progreso para esta zona del
país, eso: un diálogo entre ambas partes, no lo que ahora vemos, partes que no
están dispuestas a retroceder en sus intenciones, cada una más bárbara y
estúpida que la otra.
Ver lo que vi ayer, escuchar lo que
escuché, cruzar la información necesaria sin buscar cruzarla, daría muy buenas
luces a los opinólogos capitalinos sobre la situación que se vive en el sur, o
más precisamente, en estas zonas “afectadas” por la minería. Un poco de trabajo
de campo no haría mal a los neoliberales brutos, tampoco a los izquierdosos
tribuneros.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal