leí: "puente aéreo"
Hubo un tiempo algo llamado blogósfera.
Así es, parece como si hablara de un fenómeno virtual lejano, con mayor razón
ahora que los blogs han quedado en el olvido debido a la fuerza de las redes
sociales. En ese tiempo del auge de la blogósfera, porque sí podemos hablar de
un auge, no pocos escritores en el mundo se animaron a administrar uno. Muchos
de ellos lo hicieron bajo el ánimo de medir la experiencia, otros con
convicción y algunos por el mero hecho de figurar.
En el caso peruano, la presencia del
blog Puente aéreo resultó vital. Prácticamente, el blog del narrador y crítico
Gustavo Faverón sostenía la blogósfera peruana. A saber, si un día Faverón dejaba
de postear, quebrando así el ritmo de tres a cuatro posts diarios, no sucedía
nada en los demás blogs que estaban atentos a sus posteos, ya sea para rebotar
la noticia o para entrar en abierta discusión con Faverón.
Hay que ponernos radicales en estas
cuestiones en donde entran a tallar los egos exaltados y los resentimientos.
Guste o no: el blog de Faverón marcó una época, un testimonio que ahora podemos
ver en formato de libro gracias a la editorial Peisa. Y en lo personal celebro
su publicación, por la sencilla razón de que estamos ante un intelectual que no
duda en decir lo que piensa, sin importar cuánta gente se vea afectada. En un
ambiente cultural como el peruano, tan inclinado a la zalamería, la mentira y
la hipocresía, la voz de Faverón se convirtió en un mal necesario. Uno podía
estar de acuerdo o no con sus puntos de vista, pero lo innegable era que estos
puntos de vista yacían en un discurso solvente, por momentos imposibles de
taladrar.
Como era de suponer, no se podía incluir
toda la vida virtual del blog en un libro. Por este motivo, nos enfrentamos a
una selección de textos. Es precisamente en esta selección en donde nos topamos
con el principal error de la publicación, puesto que la selección debió ser
hecha por otros ojos y no por los del autor. La intención de Faverón fue
mostrarnos un fresco de la variedad de temas que abordó en su blog, pero es
precisamente en esa variedad, como los temas políticos (con los cuales estoy de
acuerdo a nivel ideológico), y culturales, en donde nos topamos con un Faverón
a media caña, que no trasciende. En estos tópicos encontramos a un Faverón a
ritmo de entrenamiento.
Sin embargo, en la selección de los
tópicos literarios sí hallamos al Faverón que debemos tener más en cuenta. No
exagero, todos los textos de la sección literaria son joyitas que nos impulsan
a buscar los libros de los autores que escribe, nos sentimos motivados a
investigar más en las corrientes literarias que aborda. En otras palabras:
somos impulsados a querer leerlo todo. Esta epifanía la encontramos contadas
veces en los artículos y ensayos literarios que se publican hoy en día. No nos
debe sorprender: discutir la capacidad intelectual de Faverón en cuestiones
literarias es una pérdida de tiempo. En los asuntos literarios no solo
encontramos a un autor que sabe como pocos de literatura, sino también a uno
furiosamente apasionado, polémico y, en especial, generoso en compartir lo que
sabe.
Tal y como está, Puente aéreo es un buen libro. Pues bien, si dos de las tres
secciones se hubieran dedicado a la literatura, estaríamos hablando de un
librazo.
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