381
Desde hace algunos días vengo recibiendo
la misma pregunta, pregunta que altera en especial mis tardes dedicadas al ocio
mientras trabajo. Aunque si analizo la pregunta, esta yace en un mal
planteamiento.
Por un momento, mientras sigo siendo
testigo de la inquietud que despierte la pregunta, barajo la posibilidad de
hacer un pequeño texto que dé cuenta de la incoherencia de las personas que están
en el estado para cumplir el noble propósito de la difusión cultural. Pues bien,
la inquietud de los escritores se alimentaba del ego dañado, en aquello que los
disminuía como creadores. A más de uno lo puedo calificar de talentoso, también
de lector responsable, pero la mierda, el ego herido, puede más, al punto de
arrastrarlos.
En varias ocasiones he dicho que todo
escritor atraviesa una disyuntiva. Escritor que la resuelva puede darse por
bien servido y abrigar una vida normal, con todo lo que implican los problemas.
Resulta que tenemos mucho escritor ahuevado, pendiente del llamado oficial o
del secular. En una ocasión, conversando con Leonardo sobre los egos de los
creadores, le dije que en cuanto a los escritores, estos debían responderse esta
pregunta: ¿qué prefieres: ser un buen escritor o uno famoso? Leonardo se quedó de piedra. A lo mejor
pensó que la pregunta era una directa puñalada a él mismo y que yo me estaba
haciendo el huevón generalizándola. Le puse ejemplos, cosa que así no se sentía
el único, porque como él, nos encontramos con más, con muchísimos capaces de
sacrificar años de oficio por salir en una foto de Somos, a saber.
La pregunta que querían hacerme debió ser
otra. En sus inquietudes veía la verdadera pregunta que el ego herido no les
permitía formular. A algunos les dije cuál era la cuestión de fondo, la cual
desarrollaría más, seguramente en un pequeño artículo.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal