miércoles, agosto 02, 2017

sueño

Horas atrás, mientras me encontraba en la presentación de un libro en la FIL, luchando con el sueño que arrastraba desde el mediodía y deseando un café, recordé de súbito un cuento de una antología peruana-venezolana de narrativa última. Tenía fresco el recuerdo de aquel relato porque estaba ambientado en las calles del centro y porque sus personajes eran estudiantes de danza moderna en una academia, de las pocas que sobreviven aún en los recovecos de esa parte de la ciudad.
El cuento iba sobre el desamor y la pasión, el sentimiento del amor no correspondido como nutriente de la prosa que canalizaba una sensibilidad nerviosa. Su autora, una colombiana que radicó un tiempo en Lima, conseguía en el texto una inicial conexión con el lector, ubicándolo en una conocida geografía urbana. Aunque intuía el final del cuento, era lo que menos me importaba. Me fijaba más en los nudos de la representación y verosimilitud que tenían que manifestarse en las noches de exceso pautadas por el trago, el deseo de los amantes y la sola esencia de pasarla en las calles aledañas a la Plaza San Martín. Me gustó, pero también la autora revelaba una mala administración de sus recursos narrativos, idealizando en extremo a su protagonista y encorsetando a sus dos amantes en inverosímiles ideales sobre el amor, la pasión y la amistad. Como historia prometía y sus defectos no obedecían a la falta de talento y oficio narrativo, sino a algo que considero peligroso: el excesivo cuidado de lo que se relata, me refiero a una mirada sumamente reservada, carente de arrojo, lo cual es penoso, porque la autora sí es de aquellas que tienen mucho por decir. 
Ya desconectado del recuerdo de aquel cuento, escuchaba la participación de los presentadores del libro, aunque veía de cuando en vez la hora en el cel. No quería mostrarme majadero yéndome en plena presentación, hasta barajé la posibilidad de llamar a una amiga o pata que daba vueltas por la feria para pedirle un servicio de entrega de café en la sala en la que me encontraba. Pero no, no había nadie cerca, así es que no tuve otra opción que quedarme y luchar contra el sueño mediante una fuerte respiración e irguiéndome lo más que podía. Me encontraba cansado porque debía aguantar el sueño hasta las once de la noche y así poder dormir y levantarme temprano en estos días de la semana, en los que participaré en algunos eventos de la FIL, en horarios de tarde noche que cumpliría a medias bajo mi régimen (a)normal de descanso.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Señor CARLOS SCHWALB TOLA
Presentador del libro con los ganadores del Premio Copé de Cuento 2016.
Estimado Señor:

Tuve la desdicha de acudir el día lunes 31 de julio a la presentación del libro "El cuadro de Marilyn y los cuentos ganadores y finalistas del Premio Copé de Cuento 2016" en las instalaciones de la Feria del Libro que actualmente se viene desarrollando en el Parque de los Próceres, la cual, hasta ese momento, era plenamente satisfactoria, por lo cual me veo en la obligación de comentar lo siguiente:
En primer lugar, si hubiera sabido que eso iba a ser casi un cuentacuentos para niños, si hubiera sabido que se iba a usted a extender en la descripción de los cuentos al punto de que solamente le faltó traer una pizarra y hacernos dibujitos o pasarnos slides, me hubiera abstenido de ir. Cuando yo leo un cuento, no lo hago para examinar técnicas ni gastarme en críticas elaboradas, sino para disfrutar de una historia, para lo cual es imprescindible dejar a salvo la incertidumbre provista por el suspenso, el nervio de lo narrado hasta llegar a la culminación de la historia. Por tanto, en el momento en que comenzó usted a contar el principio, el argumento y el final del cuento ganador del tercer lugar, pensé seriamente en abandonar el lugar, puesto que seguramente iba a hacer lo mismo con los ganadores del segundo y primer lugar, pero por un asunto de respeto preferí no hacerlo, puesto que estaba sentado en la tercera fila.
No tuve alternativa sino quedarme allí y soplarme todas sus descripciones, pues también hubiera sido una falta de respeto agarrar el smartphone y ponerme a escuchar cualquier otra cosa con los audífonos puestos. Tomemos el caso del cuento ganador del segundo lugar. Cómo se le ocurre, pues, señor Schwalb, ser tan exquisitamente descriptivo y mandarse con (SPOILER ALERT) "... y al final, el comandante muere de un balazo en el cuello, disparado, se supone, por el jefe guerrillero, justo cuando el comandante iba a sacrificar a la niña que era hija de la protagonista" (END SPOILER). Y lo mismo hizo con los otros dos cuentos. Por favor, señor Schwalb. Este modo de conferenciar ha sido duramente criticado en varias instancias, y usted lo debería saber, como ganador Premio Copé en 1996. En contraste, la otra persona que estaba sentada al costado, quien habló antes que usted, sin gozar de mayores lauros, hizo su labor correctamente.
Señor Schwalb, nadie puede negar que usted es un buen representante de la narrativa corta en el Perú, pero en una conferencia de este tipo hay límites que usted no supo manejar. ¿Qué pensaba, que con las presentaciones hechas en la Católica y San Marcos, esta colección ya estaba suficientemente difundida para no preocuparse por
esas cosas? Se equivoca. El Premio Copé no es el centro del Universo literario ni mucho menos, pero siquiera debió darme a mí como lector, la oportunidad de sentir
lo mismo que cualquier jurado que leyó esos trabajos por primera vez. En lugar de ello, tuve que dejar el recinto sin comprar el libro de marras. Me llevé otras cosas, por supuesto, pero no dicha antología ya sorpresivamente repasada, erróneamente, en esa infame conferencia.
Atentamente,
Anónimo, para variar.

P.D. Señor Schwalb, un favorcito, si no es molestia: cuénteme de una vez el final de "Episode VIII: The last Jedi"... no quiero tener que esperar hasta diciembre.

1:48 p.m.  

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