tdp: "destierro"
Texto de presentación, leído el domingo
6 de agosto. Sala José María Arguedas. FIL de Lima.
…
Buenas tardes.
Antes que nada, me gustaría agradecer a
María Fernanda Castillo del Grupo Editorial Planeta por invitarme a presentar
la nueva novela de Alina Gadea. El agradecimiento viene por partida doble,
puesto que la novela en cuestión es una de las mejores novelas peruanas que he
leído en los últimos años (y no hay nada mejor que poder hablar de los libros
que te gustan) y también porque la autora es muy amiga mía. El azar hizo su
parte, porque María Fernanda no sabía de mi amistad con Alina cuando me
preguntó si podía presentar su novela el día de hoy.
Y antes de hablar de Alina y su novela,
un dato ¿menor? que no puedo pasar por alto: la portada. De los
muchos libros peruanos presentados en esta edición ferial, la portada de esta
novela la rompe en su sobriedad y minimalismo. Felicitaciones a su responsable.
*
Lo mejor sería empezar con una pregunta:
¿qué pensamos cuando pensamos en la obra literaria de Alina Gadea? Cada uno de
nosotros puede tener su respectiva opinión, pero esta es la mía: Gadea es a la
fecha una de las plumas más destacadas de la narrativa peruana del presente
siglo. Nos encontramos aquí para celebrar la aparición de Destierro (Emecé del Sur, 2017), pero antes, tengamos en cuenta que
su aparición es una consecuencia natural de la obra narrativa que nuestra
autora ha ido construyendo desde 2009, año de la aparición de su primera novela
Otra vida para Doris Kaplan. Si
llevamos a cabo un fugaz ejercicio de memoria, Gadea ha recibido los saludos de
la crítica (entre positivos y ambivalentes), la atención de la prensa y, en
especial, de los sinceros favores de los lectores.
Pero este reconocimiento no ha sido
gratuito, más bien, obedece a una coherencia que la autora mantiene y exhibe en
su poética narrativa. Hablamos de su tópico recurrente: la representación del
mundo interno de la mujer y sus afanes por liberarse de las estrecheces morales,
sociales y emocionales. Por ello, habría que fijarnos mejor en su biografía
literaria. En este sentido, ¿por qué Alina Gadea es la tremenda escritora que
es? Fácil, al menos para mí la respuesta lo es: la contundencia que vemos en su
estilo es lo que ubica a Gadea como una narradora atendible. Bien lo
señalan los que saben, los maestros, desde Hemingway a Ford: la coherencia del
estilo en un proyecto de obra define la poética de los verdaderos escritores.
En este sentido, Gadea se propuso en sus novelas taladrar y conmover al lector
partiendo de un estilo diáfano, en apariencia aséptico, pero tramposo a fin de
cuentas. Lo hemos visto en toda su dimensión en su ya indicada primera novela,
también en Obsesión y La casa muerta, y ahora en el título que
nos reúne.
En la aparente sencillez de sus recursos
narrativos, Gadea ha forjado una obra sólida. Es decir, no hablamos de una
pluma vendida a los intereses del mercado, mucho menos a los tanteos de las
vertientes estilísticas y temáticas de moda. Gadea ha sabido edificar una comunidad
de lectores a cuenta del Gadea Style, o sea, por medio de una claridad
expresiva cargada de palabras nerviosas y mucha poesía en sus silencios, en
realidad, demasiada poesía, que en Destierro
alcanzan cimas que difícilmente vamos a olvidar.
Una muestra al vuelo: “Nos hemos quedado
dormidos. La tarde ha caído y yo despierto como quien sale de la reventazón de
una ola salada. Él observa la foto de su hijo y el mío junto con los demás
niños de la clase… Cierro fuerte los ojos. Tengo miedo de ser una caja vacía.
Papel amarillento en un cajón.”
En Destierro
asistimos a la potencialidad narrativa de Gadea. Destierro no es un paso más en su trayectoria, es su novela
consagratoria que la posiciona como una voz interesante de la narrativa peruana del presente siglo.
Esta novela de poco más de cien páginas
es extremadamente peligrosa. En ella, Gadea cuenta mediante una voz quebrada un
proceso de separación. Pero aquí el tema, aparte de importante para su
linealidad histórica, es solo un pretexto, porque la verdadera protagonista de
la novela es su estilo, que canaliza el dolor y la posibilidad de emancipación
de la mujer que narra. Gracias a la sencillez de la prosodia, ingresamos a los
senderos emocionales de la voz que cuenta, y al contar esta voz ingresamos a
una dimensión del horror que supone toda separación, al quiebre emocional que
no solo deja daños inmediatos, sino también colaterales.
Mientras leía Destierro, me fue imposible no recordar una idea que esgrime Paul
Auster en su novela El palacio de la luna,
aquí su narrador Marc Stanley Fogg dice algo más o menos así: “lo más triste no
es la pérdida del amor, tampoco el rechazo de la persona que amaste, lo
verdaderamente trágico es no sentir absolutamente nada por la persona por la
que sentiste amor, ese es el vacío.”
Eso es Destierro, la radiografía del amor que ya no se siente, el amor
perdido que en el dolor busca su emancipación y en esa búsqueda el lector de
turno se identifica con la voz que narra, viajando en ella por un camino que se
manifiesta tortuoso, impactándolo y dinamitándolo. Alina Gadea consigue, gracias
a la poética transparencia de su estilo, quebrar los moldes narrativos
establecidos. Sin efectismo mentiroso, sin recursos narrativos promocionados
hasta el hartazgo el día de hoy y vendidos como “nuevos”, nuestra autora ve
justificada su lugar de relevancia en la tradición narrativa peruana. En Alina
Gadea, el estilo y la fragmentación son experiencia
literaria.
Muchas gracias.
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