Lo mejor de Rolling Stone
Cada vez que voy a feria de libro alguna experimento una desazón, como si mi entusiasmo no estuviera a la par de los otros lectores que pasean por los stands de las casas editoras o distribuidoras o librerías. A lo mejor puedo equivocarme en esta apreciación, pero desde hace un buen tiempo no encuentro alguna novedad que me satisfaga como lector.
No son pocas las veces en las que he tenido la sensación de estar viendo lo mismo en todos los stands; sin embargo, hay un stand que siempre se las ha ingeniado –al menos para mí- en ofrecerme libros que ahora son más que especiales, este stand es solo ferial, y francamente no sé cómo hacen los que lo administran para tener en sus anaqueles valoradas joyas de papel. Me refiero al stand El Aleph, en el que me consiguieron un volumen de crónicas de la que fue la revista más influyente en la segunda mitad del Siglo XX, me refiero a la revista norteamericana Rolling Stone.
Pese al título seco de Lo mejor de Rolling Stone (Ediciones B) no paré hasta terminar sus más de quinientas páginas. Quizá sea uno de los mejores viajes que he experimentado en años, en sus páginas brota harta calle, una poética de la esquina, un lenguaje desenfadado que no deja de ser en ningún momento objetivo.
Cada una de estas crónicas es prologada por el periodista que las escribió, en ellas cada uno refleja los pormenores del trabajo encomendado, la situación existencia –llena de desenfreno- en la que se encontraban, de lo riesgoso que era cumplir con esta revista, de lo bien que pagaba, pero el común denominador de estos testimonios es que todos, pero todos, deseaban escribir algo para esta revista. En algunos casos tuvieron que dejar a sus parejas en plena luna de miel, tuvieron que estar ausentes en la graduación de high school de sus hijos, o el dejar para después el jalar del gatillo ante tanta depresión.
Muchos de los periodistas que conforman este volumen llegaron a ser referentes fundamentales del Nuevo Periodismo, y todos ellos recalaron en esta revista fundada por Jann Wenner por el simple hecho que Jann siempre dio libertad total a sus reporteros siempre y cuando la historia le sea más que atrayente; lo cual explica que en ella Wenner haya cobijado una variopinta gama de plumas como Hunter Thompson, Tom Wolfe, Ken Kesey –hay que leer su extraordinaria novela Alguien voló sobre el nido del cuco-, Joe Eszterhas –guionista de la película Flashdance-, David Frickie, Robert Greenfield y muchos más.
Entre mis crónicas preferidas están la de Eric Erhmann, sobre ese grupo de drogos llamado MC5; la de Robert Palmer, en la que Brian Jones y William Burroughs disertan sobre la antigua música mística de Jajouka; la de Michael Thomas, sobre el auge y nacimiento del reggae, y varios más.
Creo que con algo de suerte puede conseguirse un ejemplar como este, a lo mejor nuevamente en El Aleph; vale la pena. Y sin querer, he vuelto a las páginas de esta biblia para encontrar la base que me ayude a tener una idea más clara sobre la crónica que me han pedido para una revista.
En la foto, Jann Wenner, fundador de la mítica revista.
No son pocas las veces en las que he tenido la sensación de estar viendo lo mismo en todos los stands; sin embargo, hay un stand que siempre se las ha ingeniado –al menos para mí- en ofrecerme libros que ahora son más que especiales, este stand es solo ferial, y francamente no sé cómo hacen los que lo administran para tener en sus anaqueles valoradas joyas de papel. Me refiero al stand El Aleph, en el que me consiguieron un volumen de crónicas de la que fue la revista más influyente en la segunda mitad del Siglo XX, me refiero a la revista norteamericana Rolling Stone.
Pese al título seco de Lo mejor de Rolling Stone (Ediciones B) no paré hasta terminar sus más de quinientas páginas. Quizá sea uno de los mejores viajes que he experimentado en años, en sus páginas brota harta calle, una poética de la esquina, un lenguaje desenfadado que no deja de ser en ningún momento objetivo.
Cada una de estas crónicas es prologada por el periodista que las escribió, en ellas cada uno refleja los pormenores del trabajo encomendado, la situación existencia –llena de desenfreno- en la que se encontraban, de lo riesgoso que era cumplir con esta revista, de lo bien que pagaba, pero el común denominador de estos testimonios es que todos, pero todos, deseaban escribir algo para esta revista. En algunos casos tuvieron que dejar a sus parejas en plena luna de miel, tuvieron que estar ausentes en la graduación de high school de sus hijos, o el dejar para después el jalar del gatillo ante tanta depresión.
Muchos de los periodistas que conforman este volumen llegaron a ser referentes fundamentales del Nuevo Periodismo, y todos ellos recalaron en esta revista fundada por Jann Wenner por el simple hecho que Jann siempre dio libertad total a sus reporteros siempre y cuando la historia le sea más que atrayente; lo cual explica que en ella Wenner haya cobijado una variopinta gama de plumas como Hunter Thompson, Tom Wolfe, Ken Kesey –hay que leer su extraordinaria novela Alguien voló sobre el nido del cuco-, Joe Eszterhas –guionista de la película Flashdance-, David Frickie, Robert Greenfield y muchos más.
Entre mis crónicas preferidas están la de Eric Erhmann, sobre ese grupo de drogos llamado MC5; la de Robert Palmer, en la que Brian Jones y William Burroughs disertan sobre la antigua música mística de Jajouka; la de Michael Thomas, sobre el auge y nacimiento del reggae, y varios más.
Creo que con algo de suerte puede conseguirse un ejemplar como este, a lo mejor nuevamente en El Aleph; vale la pena. Y sin querer, he vuelto a las páginas de esta biblia para encontrar la base que me ayude a tener una idea más clara sobre la crónica que me han pedido para una revista.
En la foto, Jann Wenner, fundador de la mítica revista.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal