ZUCKERMAN ENCADENADO
Este blogger es hincha de Philip Roth.
Desde hace un buen tiempo vengo leyendo cuanta novela suya llegue a nuestras librerías. De toda su obra, me encandilan las nueve novelas del ciclo Nathan Zuckerman, entre las que pueden mencionarse las imprescindibles LA MANCHA HUMANA y PASTORAL AMERICANA. (Por cierto, he visto por allí que PA tendrá una adaptación cinematográfica, ojalá no salga tan insultante como la que hizo Robert Benton de LMH.)
LA VISITA AL MAESTRO, LA LIBERACIÓN DE ZUCKERMAN, LA LECCIÓN DE ANATOMÍA y LA ORGÍA DE PRAGA son las cuatro primeras novelas del ciclo, estas llegaron a mis manos luego de una intensa incursión, a fines del 2007, en el olvidado local de la librería La Familia, en el centro de Lima.
Por esas cosas que tiene la vida, a veces uno comete errores garrafales, como el prestar libros. Es por eso que creí que había perdido para siempre LA LECCIÓN DE ANATOMÍA y LA ORGÍA DE PRAGA. Sin embargo, la pena me duró muy poco, porque el día de ayer compré, por el precio de una caja de chelas, ZUCKERMAN ENCADENADO, publicación que agrupa estos cuatro libros capitales que nos ayudan a entender y apreciar la magnitud del personaje fetiche de quien para muchos es el escritor más importante hoy por hoy en el mundo.
ZE va por Debolsillo y está en todas las librerías.
Los dejo con dos pequeños fragmentos de LA LECCIÓN DE ANATOMÍA:
Siempre desde la alfombrilla, trató de dictarle algo a una secretaria contratada al efecto, pero le faltaba la necesaria fluidez, y a veces llegaba a estarse una hora sin encontrar nada que decir. No era capaz de escribir sin ver lo que escribía: llegaba a figurarse lo que las frases figuraban, pero no a figurarse las frases propiamente dichas, si no las veía crecer y ligarse entre sí. La secretaria no tenía más que veinte años y, sobre todo durante las primeras semanas, fue presa, demasiado fácil, de la angustia de Zuckerman. Las sesiones de trabajo eran una tortura para ambos, y terminaban, por lo general, con la secretaria en la alfombrilla. El coito, la felación y el cunnilingus eran actividades, todas ellas, que Zuckerman sobrellevaba sin dolor, más o menos, con tal de que se mantuviera en decúbito supino y no levantara la cabeza del diccionario –cuyo grosor era exactamente el adecuado para impedir que la parte trasera del cráneo se situara en una posición inferior con respecto a los hombros, desatando así el dolor del cuello. En la portadilla podía leerse: “De tu padre. Tienes toda mi confianza”, y la fecha, “24 de junio de 1946”. Un libro que contribuyera al enriquecimiento de su vocabulario, tras la escuela primaria.
A tenderse con él en la alfombrilla acudían las cuatro mujeres. Eran ellas toda la vehemencia que en su vida había: secretaria-confidente-cocinera-ama de casa-compañía… Sin contar las dosis de padecimiento que aportaba Nixon, la diversión eran ellas. Allí, tumbado de espaldas, se sentía el puto de todas, pagando en sexo para que alguien le trajera la leche y el periódico. Le contaban sus penas y se quitaban la ropa y le ponían a tiro sus orificios, para que Zuckerman se los llenara. Sin vocación que lo acuciara, ni pronóstico esperanzador, ahí lo tenían, para hacer con él lo que quisieran: cuanto más evidente era su desamparo, más directo y franco se volvía el modo en que ellas lo deseaban. Luego salían corriendo. Se lavaban, se echaban un café al coleto. Se arrodillaban para decirle adiós y se largaban por ahí a vivir una vida real. Dejando a Zuckerman tendido en el suelo, esperando que la próxima llamara a la puerta.
Imagen, Philip Roth
Desde hace un buen tiempo vengo leyendo cuanta novela suya llegue a nuestras librerías. De toda su obra, me encandilan las nueve novelas del ciclo Nathan Zuckerman, entre las que pueden mencionarse las imprescindibles LA MANCHA HUMANA y PASTORAL AMERICANA. (Por cierto, he visto por allí que PA tendrá una adaptación cinematográfica, ojalá no salga tan insultante como la que hizo Robert Benton de LMH.)
LA VISITA AL MAESTRO, LA LIBERACIÓN DE ZUCKERMAN, LA LECCIÓN DE ANATOMÍA y LA ORGÍA DE PRAGA son las cuatro primeras novelas del ciclo, estas llegaron a mis manos luego de una intensa incursión, a fines del 2007, en el olvidado local de la librería La Familia, en el centro de Lima.
Por esas cosas que tiene la vida, a veces uno comete errores garrafales, como el prestar libros. Es por eso que creí que había perdido para siempre LA LECCIÓN DE ANATOMÍA y LA ORGÍA DE PRAGA. Sin embargo, la pena me duró muy poco, porque el día de ayer compré, por el precio de una caja de chelas, ZUCKERMAN ENCADENADO, publicación que agrupa estos cuatro libros capitales que nos ayudan a entender y apreciar la magnitud del personaje fetiche de quien para muchos es el escritor más importante hoy por hoy en el mundo.
ZE va por Debolsillo y está en todas las librerías.
Los dejo con dos pequeños fragmentos de LA LECCIÓN DE ANATOMÍA:
Siempre desde la alfombrilla, trató de dictarle algo a una secretaria contratada al efecto, pero le faltaba la necesaria fluidez, y a veces llegaba a estarse una hora sin encontrar nada que decir. No era capaz de escribir sin ver lo que escribía: llegaba a figurarse lo que las frases figuraban, pero no a figurarse las frases propiamente dichas, si no las veía crecer y ligarse entre sí. La secretaria no tenía más que veinte años y, sobre todo durante las primeras semanas, fue presa, demasiado fácil, de la angustia de Zuckerman. Las sesiones de trabajo eran una tortura para ambos, y terminaban, por lo general, con la secretaria en la alfombrilla. El coito, la felación y el cunnilingus eran actividades, todas ellas, que Zuckerman sobrellevaba sin dolor, más o menos, con tal de que se mantuviera en decúbito supino y no levantara la cabeza del diccionario –cuyo grosor era exactamente el adecuado para impedir que la parte trasera del cráneo se situara en una posición inferior con respecto a los hombros, desatando así el dolor del cuello. En la portadilla podía leerse: “De tu padre. Tienes toda mi confianza”, y la fecha, “24 de junio de 1946”. Un libro que contribuyera al enriquecimiento de su vocabulario, tras la escuela primaria.
A tenderse con él en la alfombrilla acudían las cuatro mujeres. Eran ellas toda la vehemencia que en su vida había: secretaria-confidente-cocinera-ama de casa-compañía… Sin contar las dosis de padecimiento que aportaba Nixon, la diversión eran ellas. Allí, tumbado de espaldas, se sentía el puto de todas, pagando en sexo para que alguien le trajera la leche y el periódico. Le contaban sus penas y se quitaban la ropa y le ponían a tiro sus orificios, para que Zuckerman se los llenara. Sin vocación que lo acuciara, ni pronóstico esperanzador, ahí lo tenían, para hacer con él lo que quisieran: cuanto más evidente era su desamparo, más directo y franco se volvía el modo en que ellas lo deseaban. Luego salían corriendo. Se lavaban, se echaban un café al coleto. Se arrodillaban para decirle adiós y se largaban por ahí a vivir una vida real. Dejando a Zuckerman tendido en el suelo, esperando que la próxima llamara a la puerta.
Imagen, Philip Roth
2 Comentarios:
Te agradecería enormemente me digas en qué librería (me tinca que en Íbero) compraste Zuckerman encadenado.
E.
Lo compré en El Virrey de San Isidro, también está en Ibero.
G.
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