Las 10 impertinencias que un editor no soporta de los escritores
En Lainformación.com encuentro una llamativa nota de David González sobre los aires de, seguramente no pocos, escritores durante el proceso de edición de sus libros. El texto parte de una lista elaborada por Mario Muchnik en Oficio de editor. Lo dice Muchnik, pues.
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En ciertos círculos del mundillo literario, el rol del editor se equipara más a la figura de un mercader que a la de un artesano. Y es extraño, porque en otras disciplinas como la música o el cine, su homólogo, el productor, está más valorado.
“Disco producido por” o “una película del productor” de tal taquillazo suelen ser buenos reclamos para seducir al público durante la promoción. En cambio, ningún libro contará en la faja con el nombre del editor: eso no vende.
Quizás, por este motivo, Mario Muchnik no tiene pelos en la lengua. En su ensayo Oficio Editor (El Aleph Editores, 2011), reclama parte de protagonismo para el quehacer editorial. Los editores, sugiere, no sólo mejoran un texto, sino también deciden "el formato del libro, la cubierta, la tipografía, el precio", etc.
Su ensayo autobiográfico es una retrospectiva de cómo aprendió el complicado trabajo de publicar libros. Lo curioso es cuando llegamos a la página 49. Allí encontramos una peculiar lista de comportamientos de escritores que cualquier editor sufre. A este epígrafe, Muchnik lo titula Hay autores que son una paliza.
Ni una coma
Así, Muchnik ejemplifica que existen escritores que “no admiten que se les toque una coma de su texto”, pese a que el editor cree que si no introduce modificaciones no se comprenderá lo que el autor ha escrito.
La cubierta
Otro tanto sería el hecho del escritor que intenta “imponer su propia idea de cubierta” del libro.
La traducción
O también la exigencia del autor extranjero que se entromete en una traducción, “sin saber una palabra de español”, dice Muchnik en su libro.
Erratas
El autor de Oficio de Editor también señala a algunos escritores que entregan manuscritos sin corregir, para que sea el editor quien haga dicha labor. “Y luego rompen el pacto de fidelidad y se van con quienes les ofrecen condiciones mejores”, añade sobre este asunto.
Escritores fecundos
Además, este listado del Oficio del Editor enumera otra peculiaridad. Es la de aquellos autores que escriben dos o tres libros por año para que su editorial se las publique: “Ya mismo”, entrecomilla irónicamente Muchnik.
Manuscrito lleno de dudas
Otro acto insoportable para un editor sería el hecho de que el escritor entregue su manuscrito “y se desentienda”, para que sea la editorial quien se apañe con las posibles dudas que surjan en su lectura.
Obsesión“Los que llaman una o más veces por día para ver qué tal va la producción de su obra”, sería otro de los comportamientos obsesivos de los escritores, según detalla Muchnik en esta breve lista.
Amiguismo
Insoportable para el editor también es el amiguismo, tal y como se desprende de la siguiente reflexión de Muchnik. Así, el editor tiene que sufrir que el escritor proponga manuscritos de sus “amiguetes”, dice.
Última versión
Quizás uno de las actitudes más repetidas sea también la que Muchnik refleja casi al final de su lista. Es aquella que ejecuta el escritor, casi en fase de impresión. Cuando envía la “última versión” del manuscrito: “una y otra vez”, asevera Muchnik en su ensayo.
Editor rico
A estas nueve –llamémoslas así- impertinencias, se une otra hasta sumar la decena. Es la que nos devuelve la imagen del editor más cercana a un mercader que a un artesano. Mario Muchnik lo expresa así en su ensayo: “Por ejemplo, los [escritores] que van por el mundo convencidos de que el editor se enriquece a costa de ellos”.
En este sentido, Muchnik recuerda al lector que el escritor se lleva un 10% del precio del libro, en concepto de derechos de autor. Mientras, reitera en su ensayo, el editor sólo obtiene el 20% de la facturación, cuantía con la que tiene que soportar “los costes de impresión, gastos generales, impuestos y margen con el que poder vivir”, añade.
Aparte de esta lista de impertinencias, Oficio de Escritor es un libro muy recomendable para descubrir la trayectoria de este físico, fotógrafo y editor llamado Mario Muchnik, desde sus comienzos con Robert Laffont en París, o la publicación de Guerra y Paz en Del taller de Mario Muchnik.
Aquí, encontramos cómo se realiza la labor de lectura de un manuscrito, cómo llega a los comités de lectura, cómo se calcula un presupuesto o cómo funcionan los agentes y los anticipos a los autores.
“La tarea de editar es tan diferente de la de escribir como la de leer. Al autor, que en su tarea suele perder la perspectiva, le conviene escuchar atentamente al editor. El autor tendrá la última palabra, mejor fundamentada después de haber discutido con el editor”. Así es como comienzan los primeros párrafos de este ensayo.
Oficio de Editor, en definitiva, corre la cortina y nos deja ver, paso a paso, todos los intríngulis del mundo editorial. Una lectura del ayer de este editor, muy recomendable para aquellos que hoy quieran convertirse en aprendices de brujo de esa profesión.
“Disco producido por” o “una película del productor” de tal taquillazo suelen ser buenos reclamos para seducir al público durante la promoción. En cambio, ningún libro contará en la faja con el nombre del editor: eso no vende.
Quizás, por este motivo, Mario Muchnik no tiene pelos en la lengua. En su ensayo Oficio Editor (El Aleph Editores, 2011), reclama parte de protagonismo para el quehacer editorial. Los editores, sugiere, no sólo mejoran un texto, sino también deciden "el formato del libro, la cubierta, la tipografía, el precio", etc.
Su ensayo autobiográfico es una retrospectiva de cómo aprendió el complicado trabajo de publicar libros. Lo curioso es cuando llegamos a la página 49. Allí encontramos una peculiar lista de comportamientos de escritores que cualquier editor sufre. A este epígrafe, Muchnik lo titula Hay autores que son una paliza.
Ni una coma
Así, Muchnik ejemplifica que existen escritores que “no admiten que se les toque una coma de su texto”, pese a que el editor cree que si no introduce modificaciones no se comprenderá lo que el autor ha escrito.
La cubierta
Otro tanto sería el hecho del escritor que intenta “imponer su propia idea de cubierta” del libro.
La traducción
O también la exigencia del autor extranjero que se entromete en una traducción, “sin saber una palabra de español”, dice Muchnik en su libro.
Erratas
El autor de Oficio de Editor también señala a algunos escritores que entregan manuscritos sin corregir, para que sea el editor quien haga dicha labor. “Y luego rompen el pacto de fidelidad y se van con quienes les ofrecen condiciones mejores”, añade sobre este asunto.
Escritores fecundos
Además, este listado del Oficio del Editor enumera otra peculiaridad. Es la de aquellos autores que escriben dos o tres libros por año para que su editorial se las publique: “Ya mismo”, entrecomilla irónicamente Muchnik.
Manuscrito lleno de dudas
Otro acto insoportable para un editor sería el hecho de que el escritor entregue su manuscrito “y se desentienda”, para que sea la editorial quien se apañe con las posibles dudas que surjan en su lectura.
Obsesión“Los que llaman una o más veces por día para ver qué tal va la producción de su obra”, sería otro de los comportamientos obsesivos de los escritores, según detalla Muchnik en esta breve lista.
Amiguismo
Insoportable para el editor también es el amiguismo, tal y como se desprende de la siguiente reflexión de Muchnik. Así, el editor tiene que sufrir que el escritor proponga manuscritos de sus “amiguetes”, dice.
Última versión
Quizás uno de las actitudes más repetidas sea también la que Muchnik refleja casi al final de su lista. Es aquella que ejecuta el escritor, casi en fase de impresión. Cuando envía la “última versión” del manuscrito: “una y otra vez”, asevera Muchnik en su ensayo.
Editor rico
A estas nueve –llamémoslas así- impertinencias, se une otra hasta sumar la decena. Es la que nos devuelve la imagen del editor más cercana a un mercader que a un artesano. Mario Muchnik lo expresa así en su ensayo: “Por ejemplo, los [escritores] que van por el mundo convencidos de que el editor se enriquece a costa de ellos”.
En este sentido, Muchnik recuerda al lector que el escritor se lleva un 10% del precio del libro, en concepto de derechos de autor. Mientras, reitera en su ensayo, el editor sólo obtiene el 20% de la facturación, cuantía con la que tiene que soportar “los costes de impresión, gastos generales, impuestos y margen con el que poder vivir”, añade.
Aparte de esta lista de impertinencias, Oficio de Escritor es un libro muy recomendable para descubrir la trayectoria de este físico, fotógrafo y editor llamado Mario Muchnik, desde sus comienzos con Robert Laffont en París, o la publicación de Guerra y Paz en Del taller de Mario Muchnik.
Aquí, encontramos cómo se realiza la labor de lectura de un manuscrito, cómo llega a los comités de lectura, cómo se calcula un presupuesto o cómo funcionan los agentes y los anticipos a los autores.
“La tarea de editar es tan diferente de la de escribir como la de leer. Al autor, que en su tarea suele perder la perspectiva, le conviene escuchar atentamente al editor. El autor tendrá la última palabra, mejor fundamentada después de haber discutido con el editor”. Así es como comienzan los primeros párrafos de este ensayo.
Oficio de Editor, en definitiva, corre la cortina y nos deja ver, paso a paso, todos los intríngulis del mundo editorial. Una lectura del ayer de este editor, muy recomendable para aquellos que hoy quieran convertirse en aprendices de brujo de esa profesión.
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