viernes, agosto 31, 2012

Borrador

 


 
 

Aprovecho el feriado del jueves y me pongo a ordenar mi biblioteca. Tengo más de una torre de libros que no sé dónde colocar. Me las ingenio y de a pocos voy encontrando espacio, hago uso de la anchura de los anaqueles, formando así dos, o en el mejor de los casos tres, filas de libros.
En el caso de las publicaciones de las nuevas editoriales peruanas, las divido por sello. Y sin esperarlo, me encuentro ante un registro de estas, de lo mucho o poco que han crecido, de las que esperábamos más (Matalamanga), de las que han descuidado su iniciático catálogo (Estruendomudo), de las abigarradas (la solvente Altazor), de las que se han asentado luego de soberanos tropiezos (Lustra), de las que han vuelto después de periodos de gloria (Revuelta), de las inconstantes, pero con toque (AUB), de las que aún le falta afinar su norte, solo eso, porque su hechura es pulcra (Paracaídas, Bisagra y Cascahuesos). Obvio, hay más editoriales, interesantes, como la debutante Tribal. Cada una de ellas ha entregado libros sumamente importantes, se han impuesto a la casi siempre mentirosa oferta de las grandes casas editoriales, a punta de calidad, patentizada pues en Poesía en Rock, Toda la sangre, Tromba de agosto, Disidentes, La línea en medio del cielo, Ave Soul, Contranatura, Casa de Islandia, El viaje que nunca termina, El pez que aprendió a caminar, Frágiles trofeos, El inventario de las naves, El cielo de Capri… Y, por qué no decirlo, han escapado de la demagogia de proyectos conjuntos que no tenían ni pies ni cabeza, que sirvieron para la foto y nada más. Felizmente, para el bien de todos, Alpe y Punche murieron como nacieron: en el entusiasmo.
A lo mejor más de uno se pregunte a qué cuento de qué salgo con este tema de las nuevas editoriales. Pues bien, algo de experiencia tengo en el asunto. Durante dos años y medio fui editor adjunto de Revuelta y creo que no lo hice nada mal. Sé de los tejes y manejes que hay detrás de cada publicación, del proceso, a veces largo y psicotrópico, que ellas demandan y del trato que hay que tener con los autores. En realidad, hay que estar medio loco para meterse en el mundo editorial peruano.
Una mirada objetiva al catálogo de las nuevas editoriales me lleva a una conclusión inobjetable: la mejor de estas, a la fecha, es Borrador Editores. Y no llego a esta conclusión porque tenga planeado publicar allí. En absoluto (quedo en Altazor con cuatro títulos más). Si uno mira bien, se dará cuenta de que es la que más ha crecido, la que ha sabido ampliar su horizonte. Imagino que tendrá los problemas de todo sello independiente. Y aunque le falte publicar el Libro, en conjunto se defiende bastante bien. Desde hace un par de años viene entregando novelas y cuentarios que han enriquecido el panorama de la narrativa peruana actual, tales como Alma alga, Otra vida para Doris Kaplan, Ella, Playas, Contemplación del abismo y La casa del sol naciente. Y nos ha permitido tener acceso a las obras de talentosas plumas foráneas, como Maria Alzira Brum Lemos (La orden secreta de los ornitorrincos), David Roas (Horrores cotidianos), Paloma Valencia (Otras culpas), Nelson de Oliveira (Odio sostenido) y Leila Guenther (El vuelo nocturno de las gallinas).

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal