jueves, febrero 19, 2015

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Atravieso días bastante ajetreados en Quilca, pero ello, el cansancio tan característico del verano, no medra en las ganas de querer hacer las cosas bien. Al menos, mi idea siempre ha sido la siguiente, la misma que trato de respetar: si vas a perder, pierde bien. No me gusta hacer las cosas a medias, o lo das todo o simplemente no das nada. 
Como quiero cuidar mi mente del mal gusto y de las malas vibras, no leo los periódicos, solo los junto para enterarme de las noticias después de sucedidas, de paso, afino mi percepción de la realidad, ya que me he dado cuenta de que soy muy malo, pésimo, para analizarla. La inmediatez me traiciona y ya he tenido más de un problema al respecto, además, debo aceptar que tengo una admiración por los opinantes de la inmediatez. Muchas veces me pregunto en dónde guardan el secreto, cómo se refuerza el secreto opinativo, qué motiva a estas mentes a convertirse en salvajes lectores de la realidad. 
Lo que sí leo de los periódicos son algunas columnas, como las deportivas de El Bocón, las del Búho, de quien ya sé su nombre completo, aunque la verdad es que lo intuía desde hace un tiempo, pero guardaré el secreto, no le diré a nadie cómo se llama el columnista que leen cientos de miles de peruanos. A veces, solo a veces, resulta conveniente decir las cosas desde el disfraz, pero solo cuando quien escribe se ubica en el terreno de la legitimidad. 
Hubo un tiempo, no muy lejano, en que un escritor intentó hacer crítica literaria usando un seudónimo. Quincenalmente escribía reseñas en un portal muy leído y por lo que le leí, puedo decir que se trataba de un tipo muy leído, pero a quien los sentimientos menores lo desbordaban. Ese era su problema, sus reseñas no se leían como tales, más de uno se lanzaba a ellas tras los ataques y mensajes que podían encontrarse entre líneas. Por otra parte, no había que hacer mucho esfuerzo para constatar que buscaba asentar su referencialidad como narrador, al punto que a la fuerza buscaba su canonización. 
No le guardo rencor alguno. Más bien le agradezco por el tiempo que me dedicó en una reseña y en un recuento. Ocurre que las críticas negativas me resbalan, y desde siempre. Pero lo que sí me apena es que descubrí tardíamente quién era, pese a que muchos, entre ellos amigos suyos, me habían dicho de quién se trataba. No será ni la primera ni la última vez que un escritor quiera hacer justicia literaria. No veo nada de malo en esta actitud, siempre y cuando se haga mostrando la carita. Pero si en caso no sea así, hay que ser irónico e intentar ser objetivo, como lo es El Búho. Pero no, todo escritor de verdad es presa de una maldición, por más que intentes disfrazarte, serás víctima de tu marca de agua, tu estilo.

3 Comentarios:

Anonymous Lalo Archimbaud dijo...

Primicia, chocherita... ya sabes el nombre del búho. Pero si esa es más vieja. Es Víctor Patiño. Te falta harta calle, hijo.

3:42 p.m.  
Anonymous Tito Navarro dijo...

Lalo, no seas babooooso. ¿No entiendes la ironía?

10:52 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Leo Aguirre (en terra), Paco Ángeles (fantomas), Faverón+Salas (del el gran combo), Marcel Velázquez muerdenucas (La Vaca Profana) y la mancha de la cloaca de Puertoelhueco deberían juntarse para hacer una antología de aquellos posts memorables 2005-2009, para que los calichines que recién empiezan en el reseñismo y periodismo cultural sepan qué tipo de mierda se escribía entonces y no intenten caer hoy en cosas inmundas, aparte de que bien podría servir a algún escritorzuelo para hacer esa gran novela de la posería literaria limeña post bronca andinos y criollos (2005). Saludos, Gabriel.

Jorge

12:29 p.m.  

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